Pongámonos en situación:
Tras mucho pensar, soñar, imaginar y planear, llega el día en el que decides comenzar tu libro. Sí, ese ansiado y temido día. Tienes muchísimas cosas que contar, decenas de personajes, cientos de aventuras, un mundo entero de posibilidades… Y te preguntas, ¿por dónde empiezo? Pues por dónde va a ser, ¡POR EL PRINCIPIO!
Lo sé, parece una perogrullada y algo obvio, pero no es tan sencillo, créeme. Es muy importante empezar bien. Un buen principio captará la atención del lector. Un gran principio sobrepasará los límites de la novela. ¿Crees que exagero? Ahora verás.
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
¿Te suena? ¡Cuántos hay que sin haberse leído el Quijote son capaces de reconocer sus primeras líneas!
Sí, lo sé, me he ido al extremo escogiendo una de las mejores obras de la literatura universal. Pero quizá sea una de las mejores obras porque su autor cuido todos los detalles, incluyendo el inicio.
¿Otros ejemplos?
Lo reconozco, aún no me he leído Platero y yo, sin embargo disfruto estas palabras cada vez que me las encuentro.
Paso ahora a la primera frase de la obra más emblemática de mi escritora favorita:
(Es una verdad universalmente admitida que un soltero poseedor de buena fortuna tiene que necesitar una mujer)
Y, para concluir esta parte, dos ejemplos de novelas bien conocidas por el público juvenil (y no tan juvenil)
(En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad).
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(El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías).
Como ves, se trata de ejemplos muy diferentes, pero todos tienen algo en común, con tan solo unas palabras, nos arrancan del plano en el que estábamos instantes atrás y nos meten en la historia. Y, no solo eso, también nos marcan el tono de esa obra, para que nos dispongamos a leerla como se debe.
Estas líneas dicen mucho más de lo que parece a simple vista. Podríamos realizar aquí un análisis detallado, pero me parece más interesante que lo hagas por tu cuenta. Tan solo te propongo un método para sacarle jugo. Imagínate que no supieras nada de esas novelas (quizás sea así en algún caso). Basándote solo en el inicio: ¿Qué tipo de obra es? ¿A qué público se dirige? ¿Cuál podría ser la temática? ¿Qué tono crees que va a usar el autor? ¿Qué sabes de los personajes?
Solamente cuentas con unas líneas y, si no me equivoco, has sido capaz de contestar de modo correcto a casi todas estas preguntas.
Una imagen vale más que mil palabras… O no. Dependerá de la imagen y de las palabras.
Esto es tan solo una reflexión “en voz alta”. No pretendo dar las claves para arrancar magistramente tu novela. De hecho, no me creo en posesión de esas claves. Y… para serte sincero, debo reconocer que al empezar esta entrada me ha venido la pregunta lógica, si se tiene en cuenta que soy escritor… Sí, esa pregunta: “¿Cómo son los inicios de mis novelas?” Les he echado un vistazo rápido y he comprobado que yo soy de los que necesitan algo más que una línea y media para arrancar. No creo que ninguno de estos inicios pase a la historia de la literatura universal, pero, como estamos en familia, te los pongo aquí para que juzgues por ti mismo si cumplen o no su misión. Sé que tengo mucho que aprender, por eso en este blog nunca pretendo dar lecciones, sino tan solo compartir experiencias. Aquí tienes otra más:
(Erik, hijo de Árkhelan I. El amanecer del guerrero)
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Adrian siempre había sido un buen alumno, o mejor dicho, siempre había obtenido buenas calificaciones, pero eso no significaba que le gustara aguantar una lección tras otra, desde primera hora de la mañana hasta bien superado el mediodía. Por fortuna también había ratos libres para poder charlar con los amigos, hacer un poco de deporte y pensar planes para el siguiente fin de semana.
(Uhlma I. El mundo de los sueños)
-Bye! –contestaron casi todos los alumnos distraídamente, mientras recogían sus libros y cargaban con sus mochilas.
-Menuda semanita –suspiró Nico nada más salir de clase.
-Y que lo digas, pero ¡se acabó! –comentó Jaime, palmeando efusivamente la espalda de su amigo.
-¡Eh, chaval! No te pases –protestó Nico, acompañando sus palabras de un empujón amistoso.
-Si vais a pegaros, al menos esperad a que salgamos del colegio –intervino Borja, acercándose por detrás.
¿Y tú? ¿Tienes ya el inicio de tu novela? Pues, ánimo, escríbelo. Luego, solo tienes que continuar ;)
Un saludo
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