Revista Diario

3 años y 5 meses

Por Belen
Y sin darnos cuenta hemos llegado hasta aquí, 3 años y 5 meses. Estamos a punto de empezar el cole, come solo, duerme solo, casi se viste solo. Su lenguaje es fluido, con frases perfectamente estructuradas, se le entiende bien, muy lejos quedó su lengua de trapo. Es curioso y pregunta a todas horas cosas. Vamos a todos los sitios andando, muy olvidada quedó ya su silla de paseo. Tiene su bici, aunque aún sin pedales. Pide todo por favor y después da las gracias, diciendo de sí mismo "soy muy educado".
Muy lejos quedó ya aquel bebé que me necesitaba para todo, al que había que coger en brazos porque no sabía bajar escaleras, que se frustraba porque no sabía hablar y contar lo que le sucedía. Ahora tengo un niño, muy terco eso sí, con su mismo carácter de siempre, pero un niño. Con otros retos y otros problemas. Pero un niño grande. Cada día que pasa noto avances. Crece mucho, su cuerpo cambia cada día. Desde que comenzó el verano (no hace tanto) a ahora ha cambiado, su cuerpo es más espigado, las piernas le han crecido y le han adelgazado. No dejo de mirarle y sorprenderme.
Ayer fuimos a ver a su pediatra porque ha tenido un poquito de gastroenteritis el fin de semana y a que revisara la (ya olvidada) fimosis. Deberíais haberle visto como hablaba con su médico, al cual adora. Este hombre es un sol, es muy seco y serio, no creáis, pero los niños captan todo y mi hijo desde pequeño entendió que este hombre es maravilloso. No teme ya ir al médico, al revés, cada vez que vamos, lo hace contento e incluso le lleva algún coche para enseñarle. En la consulta le obedece sin rechistar. Ayer fue muy gracioso, porque el médico le pedía que le enseñase la colita, y mi hijo (en su naturalidad infantil) se bajó los pantaloncillos y se sacó su colilla. El Doctor pretendía ver si él solo podía bajarse el pellejito, señal de que todo estaría perfectamente. Y ahí fue animándole a que lo hiciera. Todo en un momento de naturalidad estupendo. Cuando lo consiguió, muy serio, el médico le dijo que estaba fenomenal y que eso significaba que era muy mayor. Os podéis imaginar a mi pequeño, más ancho que pancho. La fimosis ha pasado a la historia.
Así que aquí estoy, enfrentándome a una nueva etapa llena de retos, retos que mi hijo me pone cada día por su curiosidad, sus ganas de aprender, de hacer cosas. El verano está resultando un poco frustrante. Echa de menos sus actividades de la semana, no lleva bien estar tanto en casa. El calor no le gusta, y como ha estado un poco malito no hemos podido ir a la piscina. Está claro que ha llegado el momento, el colegio será para él un aliciente interesante, una motivación ya necesaria. Ha evolucionado él solito, con mi ayuda (espero). Y ha llegado el momento en que empiece a hacer cosas sin mamá. Septiembre está a la vuelta de la esquina, y yo ya lo espero ansiosa.

Volver a la Portada de Logo Paperblog