(Ni tú ni yo. No hablo ni de ti ni de mí. O sí. No te tomes esto como algo personal.)
Hay tres cosas que hago cuando mi vida se desmorona.
Número uno: lloro a moco tendido y hago borrón y cuenta nueva en mi corazón. Hasta que no haga esto mi nueva vida no empezará, así que eso es lo primero que hago cuando mi vida se desmorona.
La segunda cosa que hago es cerrar mis ojos y dar gracias a todos y cada momento de mi vida. Voy a donde sé que encontraré amor y dejo que llene mi interior, y transformo la tristeza en fuerza; estoy contento de estar vivo.
Y las cosas mejoran. Sé que por encima de las nubes el sol brilla. Las cosas mejoran. El amor sigue siendo la respuesta en la que estoy confiando, en esas tres pequeñas cosas.
Así que la tercera cosa que hago ahora cuando mi mundo está por los suelos es hacer una pausa, tomarme un respiro, dejarlo pasar y permitir que el capítulo termine. Diseño un futuro brillante sin anclarme en lo que ha sido mi vida hasta ahora y lo intento, lo intento, lo intento de nuevo una y otra vez. Sí, lo intento, lo intento, lo intento de nuevo una y otra vez.
Y las cosas mejoran. Sé que más allá de la oscuridad volverá a amanecer. Las cosas mejoran. Sé que por encima de las nubes el sol brilla. Las cosas mejoran. El amor sigue siendo la respuesta en la que estoy confiando, en esas tres pequeñas cosas.
En esas tres pequeñas cosas.
¡Felices vacaciones!
Yo me despido por un mesecito.
Y quería hacerlo con muy buen rollo, así que pon los altavoces a toda castaña en imprégnate en menos de tres minutitos de las buenas vibraciones que desprende esta canción de Jason Mraz.
Deseo que, con vacaciones o sin ellas, seas muy feliz.
Esto es sólo mi opinión, que cambia constantemente. No me creas. Crea la tuya.
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