Llevo catorce años de casada y ahora entiendo muy bien lo que escuché hace un tiempo: pasar los malos momentos juntos fortalece la pareja. Es así. No darse por vencido en mi caso hace que el amor entre ambos crezca, se fortalezca, se haga más noble, más lindo y más real.
Creo que la manera en que se transitan esos momentos va haciendo la diferencia entre pasar esas experiencias y que ayuden a seguir construyendo la relación o todo lo contrario. Sumar pequeños rencores y quedarse con angustias adentro, ahí en el corazón, termina perjudicando.
Les comparto algunos tips que aplicamos en casa y que espero que les sirvan:
1- Cuando estamos muy enojados, esperamosCuando tenemos mucha furia puede que digamos cosas que en realidad no sentimos. En mi casa a veces tiendo a exagerar y, si estoy enojada, a una situación aislada la transformo en algo que sucede siempre o nunca. Potencio el problema y busco mil motivos para tener razón. Enojada soy mala, digo cosas sin sentido y después me arrepiento. Aprendí que esperar, darse un baño y dejar que pase un poco el momento hace que la pelea se transforme en una discusión.
2- No hace falta insultar ni gritar para tener razónEl insulto lleva a más insultos y el grito a más gritos. Por eso, cuando vemos que la discusión va para ese lado hay que terminarla. Algo que no aguanto es que los chicos sean parte de peleas de adultos. Mandarlos al cuarto para que no vean y escuchen los gritos entre los padres me parece aún peor. El respeto debe siempre prevalecer y si la bronca del momento es tan grande hay que respirar ondo, pensar en el impacto en los chicos y en la pareja y esperar.
3- Dejar el pasado atrás y resolver el ahoraA veces al enojarnos empezamos a listar todo lo que nos molesta desde el principio del universo hasta hoy. Esta forma de encarar la discusión no termina en algo bueno porque no llegamos a resolver nada, simplemente solucionamos cosas que deberían haber quedado resueltas, las traemos exageradas a un presente y queda relegado el tema a resolver que nos llevó a esta situación. ¿Es evitable? Para mí es muy difícil, enseguida tiendo a ir para atrás, pero día a día intento que no pase más.
Con mi marido decimos que las peleas son la sal del matrimonio, pero cuando la cantidad de discusiones empieza a elevarse nos llamamos la atención y bajamos un cambio. Luego seguramente nos tomamos un café o salimos a cenar para charlar en frío sobre el por qué de las discusiones y peleas. Ahí nos damos cuenta de que quizás el cansancio, el agotamiento, la crianza de los chicos y los problemas laborales son los que hacen que nos peleemos y que a veces estas disputas son solo puntos de descarga con la personas que más queremos.