España realizó casi 5.400 trasplantes de órganos durante 2022. Fueron quince al día. Desde hace 31 años somos líderes mundiales indiscutibles en donación de órganos y ya prácticamente recuperamos los niveles previos a la pandemia. Estos números solo pueden exhibirse gracias a la generosidad de casi 2.200 donantes, los artífices de que otras personas puedan disfrutar de una segunda oportunidad.
El llamado Modelo Español, profusamente alabado y estudiado internacionalmente, activa un conjunto de medidas que van mucho más allá de contar con coordinadores activos y perfectamente formados en los niveles nacional, autonómico y hospitalario. Su principal fin es la promoción de la donación altruista para que la persona que necesita un trasplante pueda obtenerlo.
Es uno de los más brillantes resultados de un Sistema Nacional de Salud que, en efecto, está lleno de deficiencias que sería cansado enumerar, que podría funcionar muchísimo mejor, de acuerdo, pero que está por derecho entre los mejores modelos sanitarios públicos del mundo. Y lo está con independencia de quién lo dirija en cada momento.
Los receptores de órganos, de la misma manera que quienes los han donado, se encuentran en una base de datos que gestiona la Organización Nacional de Trasplantes. Y así es como una mañana suena el teléfono del enfermo crónico que espera una intervención, precisamente porque a la persona coordinadora de la ONT le ha saltado la alarma y pone en marcha toda la maquinaria. En esa llamada que recibes, alguien te comunica que hay un órgano para ti. Cómo tiene que cambiar la vida cuando un día te dicen que vayas al hospital que hay un pulmón que puede ser compatible, llamado a salvarte la vida. Es volver a nacer.
Hasta que llega esa buena nueva han pasado muchas cosas. Y las que quedan. El proceso de distribución de órganos de potenciales donantes viene dado por criterios geográficos y clínicos, y suponen la activación de coordinadores hospitalarios de toda España. Una vez extraído el órgano es preciso que se someta a un proceso de conservación hasta su implantación en el paciente, lo cual supone una frenética carrera para evitar que tanto esfuerzo se malogre. Un corazón, por ejemplo, apenas puede aguantar cinco o seis horas en el medio adecuado, a unos cuatro grados de temperatura. La coordinación tiene que ser máxima, por tanto, entre los equipos médicos que se encargan de extirpar el órgano, por un lado, los que lo custodian, quienes se encargan de recogerlo y, por último, los que están listos para operar al paciente.
Superación, esfuerzo, impulso y generosidad. Esas fueron las palabras que utilizó, hace unos días, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, para presentar el balance de actividad de la Organización Nacional de Trasplantes en 2022. Con todas ellas me identifico, porque me cuesta imaginar mayor acto de generosidad que el que desarrollan quienes forman este engranaje.
Ese sí que es un motivo para estar orgullosos de un país, de lo mucho que nos cuenta sobre tantas personas involucradas en un éxito común. Habla de todos los policías y escoltas, de los conductores de cada medio de transporte que se activa, del personal sanitario que trabaja durante horas en una complejísima intervención... Pero sobre todo habla de los donantes y de los familiares de esos donantes. Habla de quienes muestran su grandeza en momentos de dolor para una familia, aquellos que en mitad de un duelo, cuando la tristeza por la marcha de la persona querida te invade, son capaces de cumplir con el deseo anticipado del que tomó en vida la decisión de donar.
Pensemos que, en 2022, ocho de cada diez familias dieron su consentimiento a la donación de los órganos de sus familiares en el momento del fallecimiento.
Si quieres evitar ese trance a tu familia, no esperes a mañana para donar tus órganos de forma anticipada y altruista. El testamento vital se traslada a la historia clínica compartida de los pacientes, y puede ser visualizado en toda España. De hecho, la ley contempla la extracción de órganos viables para trasplante por fallecimiento en situación de muerte cerebral.
La frase me la dijo en su día el doctor Antonio Alarcó, y con ella me quedo: Allá donde vas después de la muerte no necesitas tus órganos, y hay quien los está esperando en este mundo.
*. La imagen que ilustra esta entrada ha sido tomada de Diario Público y corresponde a la artista Verónica Montón Alegre.