Revista Cine
Ulrik (espléndido Stellan Skarsgard) es Algo así como un Buen Tipo (En ganske snill mann, Noruega, 2010) a pesar de que acaba de cumplir una condena de 12 años por asesinato. Por sus maneras, por sus acciones, por su comedimiento para todos quienes le rodean, apenas uno puede creer que Ulrik le haya quitado la vida a alguien. Pero sí, lo hizo y ha pagado por ello. Al salir de prisión, el carcelero que le abre la puerta le aconseja: "ve siempre hacia adelante, nunca voltees para atrás". Es fácil decirlo pero, como infinidad de cintas similares lo han probado antes, la vida nunca es sencilla para quien acaba de salir del fresco-bote.El sexto largometraje de Hans Petter Moland -conocido en México por Cero Grados Kelvin (1995)- parte de una premisa muy convencional -la del expresidiario que trata de recuperar su vida- para darle un tratamiento un poco menos solemne que el acostumbrado: el de una amable comedia de costumbres escandinava. O, para ser más específico, a la Kaurismäki. De hecho, si no fuera porque los personajes no son tan lacónicos como los que acostumbran aparecer en la obra del cineasta finlandés, uno podría jurar que Algo así como un Buen Tipo es un filme de Kaurismäki. Y no un mal filme, por cierto.Ulrik encuentra una Noruega muy distinta al salir de prisión: su avejentado jefe mafioso Jensen (Bjorn Floberg) se queja de que los inmigrantes ya los tienen acorralados en su propio territorio y le exige a Ulrik que mate al delator que lo acusó de haber cometido el asesinato. Sólo así, le dice Jensen, podrá convencer a los demás que tienen que respetarlo. Pero Ulrik tiene otros intereses: conseguir un trabajo, recuperar el cariño de su hijo ya casado, rehacer su vida.Moland construye esta efectiva comedia alrededor de su keatoniano y moroso protagonista. Todo mundo quiere algo de Ulrik: Jensen quiere que se vuelva a manchar sus manos de sangre, la casera impresentable quiere su acostón diario en pago por la comida, su hijo quiere que desaparezca porque él le ha dicho a su esposa que era huérfano y todos, sin excepción, le piden que apague su cigarro. El pobre tipo no puede fumar en la cafetería, en su habitación, en el carro prestado, en un cuarto de hotel... La cadena de pequeñas humillaciones y sucesivas exigencias son tan cómicas como agobiantes. Ya, carajo, déjenlo en paz. Si sólo quiere fumarse un cigarro.La comedia se construye a través de una precisa construcción de personajes ridículos (el achichincle respondón de Jensen) o patéticos (la casera Jorunn Kjellsby), con un manejo perfecto de ciertos running gags (el cigarrillo nunca fumado, las cogidas con la casera gritándole a diosito) y con algún momento de insólita crueldad montypythonesca (el tipo que no puede parar un taxi porque tiene los brazos rotos). Al final, cuando uno cree que Moland caerá en la tentación de sentimentalizar a su protagonista, el cineasta opta por una desafiante inmoralidad a ritmo de música guapachosa. Ulrik, en efecto, es un buen tipo. Pero no tanto.
Algo así como un buen tipo se exhibe en la Cineteca Nacional dentro del 31 Foro de la Cineteca.