Revista Cine

326.- "¡Ganemos! pero luzcamos una corona de modestia."

Publicado el 03 septiembre 2010 por Ignacionovo

Autor: Colin Welland (Guión de la película "CARROS DE FUEGO") El deporte ha sido siempre cantera de grandes historias de motivación y superación.
El sacrificio, a través del entrenamiento persistente y tenaz, oculto siempre de los focos; el esfuerzo agónico por mejorar las propias marcas y límites; la privación de los placeres más elementales y mundanos; el aprendizaje vital impagabale que supone educarse para soportar el dolor y sobrellevar la derrota; la pasión y la entrega que te hacen entregar más de lo que crees tener o incluso, de lo que realmente tienes… todo ello convierte la competición deportiva en un campo ideal para fabricar las más hermosas leyendas; las que nacen, no de la improvisación o como producto del azar, sino de la aplicación dedicada a aquello que amas.
Hoy he querido traer hasta el blog una película (Chariots of Fire) que retrata como pocas toda la mitología que envuelve el deporte. Su guión está basado en la historia real de los atletas británicos que compitieron en los Juegos Olímpicos de París de 1924, centrándose, especialmente, en dos de ellos de diferente clase social: Harold Abrahams y Eric Liddell.
Eric es un cristiano evangélico cuyos padres ejercen de misioneros en China. Tras su vuelta a Escocia para completar sus estudios, llega a convertirse en un famoso jugador de rugby. Su fama como deportista excepcional, su carismática personalidad y su labor como predicador han hecho de Eric un personaje reconocido: famoso, pero humilde, y querido en cualquier ámbito. Además no es sólo un veloz corredor, sino que cuando corre demuestra una alegría y un empuje interior excepcionales.
Harold Abrahams también resulta un personaje conmovedor. En contraste con Eric, por su condición de judío, Harold percibe dolorosamente que no cuenta con el cariño de los ingleses, o al menos no con el cariño que él espera. Encuentra la solución a su necesidad de aprecio al convertirse en un famoso corredor.
El clímax de la película llega con la participación de ambos en las Olimpíadas y su epílogo nos dejará a un Harold Abrahams, cumplido y satisfecho, que vuelve con una medalla de oro y el aprecio de toda Gran Bretaña y a un Erik Lidell que alcanza toda su talla como el asombroso y querido héroe que es.
Reflexión final: uno de los rasgos más bellos del deporte es que iguala y en él las clases sociales desaparecen. No importa tu procedencia, sólo lo bueno que seas y la marca que logres hacer. Ese será tu valor indiscutible y no el que te adjudica la sociedad en razón a lo que creen que eres.


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