Revista Cultura y Ocio

“33 años cumple “Las tinieblas de tu memoria negra”… ¿la has leído ya?”

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

De nuevo, nuestra querida amiga Sonia
Fernández
 de Literafrica se asoma a este blog.

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Assata ediciones

Fue en 1984 cuando la primera novela de Donato Ndongo salió a la luz. 33 años han pasado. Y desde entonces ha recibido premios (Sésamo, 1984), ha sido reeditada, entre otras, por Editorial Fundamentos y Assata, y estudiada y traducida a múltiples idiomas. Estamos ante una obra, la primera de su trilogía inacabada “Los hijos de la tribu”, que muchos críticos han calificado de autobiográfica (Donato sonríe meneando la cabeza en signo de negación cuando se lo mencionas) o novela de iniciación comparada con el Lazarillo de Tormes. Lo cierto es que narra, desde un estilo que repica lleno de oralidad, la historia de un niño y las diferentes etapas que va viviendo con el trasfondo de una Guinea Ecuatorial siniestra y, a un tiempo, mágica y plena de sugerencias.

Donato la escribió a su vuelta a Guinea Ecuatorial en octubre de 1979 después del golpe de Obiang contra su tío Macías, al encontrarse  un país hundido y errante. “Las tinieblas de tu memoria negra no es sino un ejercicio catártico, un buceo por las profundidades del alma del guineano, un intento de hallar respuesta a tanta angustia como la que sufrimos entonces y que sigue atormentándonos todavía hoy”, afirma al respecto.

Las tinieblas de tu memoria negra, Donato Ndongo-Bidyogo, literatura de Guinea Ecuatorial

Editorial Fundamentos

El niño sin-nombre protagonista, junto al otro narrador, una voz más coral que usa la segunda persona lo que le permite un análisis diferente y más distanciado respecto a las experiencias y vivencias más íntimas y subjetivas del niño, nos habla desde la angustia y el rompimiento. No en vano se trata de un híbrido, que ha crecido a caballo entre las creencias y tradiciones de su tribu Fang y los ritos y oraciones del mundo occidental. Estamos en plena colonización. Se trata, pues, de una novela con colonizador dentro (los españoles) y con colonizados (los habitantes de un país habitado por seis etnias diferentes, cada una con su cultura, lengua y tradiciones).

Su trama va mostrando, en primer plano, la colonización religiosa. Según las propias palabras del autor, fue la llegada de los claretianos en 1883 lo que marcó el inicio de la colonización en Guinea Ecuatorial. De esta manera, el libro se ve salpicado por ideas y ritos cristianos (bautismo, primera comunión) que tienen su paralelo en las tradiciones tribales (circuncisión) hasta el punto de que el protagonista afirmará: “Todas las tradiciones tienen elementos verdaderos y elementos falsos o al menos exagerados y ninguna puede adoptarse como verdad única” (pág. 93).

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Editorial El Cobre

Ndongo parece volver la mirada hacia atrás para intentar comprender cómo ha sido la evolución posterior de su país. En el medio quedan variadas formas de resistencia que hacen frente como pueden, con mayor o menor acierto, a las dos grandes violencias/quebrantos que se les echaron encima. Por un lado, la violencia política, con la imposición de un fascismo tropical o afrofranquismo que recuerda al que se vivió en la propia España al que se unió la colonización y sus derivas. Escuelas en las que se obligaba a cantar el “cara al sol”, y en donde se premiaba a los que hablaban castellano a la perfección y se castigaba a los que usaban el fang (uno de los idiomas ecuatoguineanos). Por el otro lado, la imposición religiosa (“y decía que el dios de los blancos era un dios muy simple que sólo veía lo que les convenía a los blancos” pág.99). En el fondo la novela lo que parece traslucir es un “de aquellos barros estos lodos” al indagar en lo que han padecido y sufrido los guineanos, resultando previsible y casi inevitable, dice el autor, que surgieran seres que solo sabían de recortes, imposición y violencia. 

Pero en esta novela, de alta calidad literaria, encontramos también retazos que nos muestran una Guinea Ecuatorial llena de magia, donde las palabras adquieren todo el protagonismo y nos reservan el descubrimiento de los lugares sagrados o las creencias míticas (esas “otras historias” tan necesarias), que gracias a sus guardianes pasan de generación en generación y alumbran cuando se les quiere invisibilizar y someter, todo envuelto en ese magma de irrealidad-realidad que con tanta frecuencia aparece en la vida del continente. Y donde el número tres se convierte en un número mágico, descubriendo, no sin sorpresa, que yo misma he elegido el 33º aniversario para hablar sobre esta intensa novela.

Sin embargo, la historia no se queda en denuncia y reflexión, se trata de una narración sobre la evolución de un muchacho que, con grandes sacrificios, “tiene la sabiduría de la tribu y la sabiduría de los blancos”. Si tras el rito de la circuncisión ya será considerado “todo un hombre”, con apenas siete años, después se internará en el agónico mundo del pecado, en el que al fallar teme perder el respeto y el cariño de los que más quiere. Los recuerdos de la infancia del protagonista, que deviene en sacerdote, para después decidir no continuar esta senda, poseen en general una pátina de oscuridad sombría aunque a veces adquieran tintes de humor, y no parecen guardar demasiados ecos femeninos, si exceptuamos la relevancia que ocupa el capítulo que relata el despertar sexual del niño-hombre tras su encuentro con su tía materna.

Las tinieblas de tu memoria negra nos habla de un pasado con ecos de presente, nos habla de identidades que se han cimentado desde la dualidad y la búsqueda agónica constante y nos habla de muchos tipos de imposiciones, que vienen de dentro y que vienen, sobre todo en este caso, de fuera. Pero nos enseña también que “todo conflicto tiene dos caras, decía, y  todo hombre de bien debe ver primero esas dos caras antes de juzgar, y tú no estás siendo justo en este caso porque te niegas a ver una de las dos caras, igual que ellos” (pág.131)

“33 años cumple “Las tinieblas de tu memoria negra”… ¿la has leído ya?”

Donato Ndongo-Bidyogo Makina

El autor:
Donato Ndongo-Bidyogo Makina (Niefang, 12 de diciembre de 1950) tiene un rostro afable y una mirada inteligente. Habla despacio y mesurado, con las ideas bien ordenadas y claras en su mente. Está acostumbrado a escuchar de manera atenta. A veces sonríe, y tras mirar fijo un rato con el ceño en modo reflexión, responde con suavidad: “preferiría no contestar a eso”, dice igual que podría hacerlo el Bartlebly de Herman Meville. Tiene la piel expuesta pero ya curtida por años opinando, escribiendo, hablando, y sus ojos se cierran casi hasta transformarse en dos puntos al argumentar que ya ha hablado de eso en el pasado, y que ahora no lo quiere hacer, esquivando de esta manera aquellas preguntas que considera que ya no debe contestar; como por ejemplo dar su opinión sobre la obra de tal o cual escritor de su país de origen: Guinea Ecuatorial.
Le comento, entonces, la eterna cuestión… si cree que la voz africana está siendo secuestrada por escritores de la diáspora frente a los que escriben en el continente y tienen que luchar para que su obra sea oída y leída. “Por lo que sé, ningún escritor africano ejerce de africano”, contesta. “No somos africanistas, sino africanos, vivamos donde vivamos empujados por las circunstancias de nuestras azarosas existencias. Más bien creo que somos voceros autorizados y cualificados para hablar en nombre de todos nuestros compatriotas que sufren en silencio, o porque no pueden expresarse por vivir bajo tiranías, o carecer de la instrucción, proyección u oportunidades que ayudan a crear opinión”.

El libro:
Las tinieblas de tu memoria negra (1984). Editorial Assata, 2016. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 150 páginas

Puedes comprarlo a través de este enlace.

Para saber más:
http://www.donato-ndongo.com/

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