Revista Cultura y Ocio
El médico que no entiende de almas no entenderá de cuerpos. José Narosky.
Respire hondo. Diga 33. ¿Cuántas veces no le habremos oído esas palabras al médico mientras apoya el fonendo en nuestra espalda? ¿33? ¿Por qué 33? Pues simplemente porque es un sonido vibrante y esa vibración, al transmitirse a las paredes del tórax, nos permite percibir si todo es normal o, por el contrario, hay datos de alarma con zonas en las que se apaga o resuena más de lo que debería.
En 33 Desnudos en bata, el libro de María Pasquín, médico de familia, lo que se desnuda es la humanidad de la Medicina, desde el nacimiento de la vocación, a veces enraizado en la propia familia, a su evolución con el contacto diario con los pacientes, los verdaderos protagonistas de la narración. Cada capítulo comienza con una cita y cada relato es distinto, con estilos muy diferentes, pero todos dejan ver el alma de la relación médico-paciente, ya sea en forma de cuento hindú o infantil, autobiografía, historias con guiños a la literatura, twits, reflexiones poéticas o filosóficas e historias reales o que podrían haberlo sido.
Es un libro fácil de leer porque su lenguaje, aunque culto, no es rebuscado, y las páginas pasan sin sentir entre los dedos, aunque el corazón se llene de sentimientos o se cree un nudo en la garganta por esos seres que viven entre sus líneas. Sin embargo no hay ni un ápice de exageración en sus historias, la práctica de la Medicina es así, hay historias duras a diario y el paciente, cuando confía en su médico, desea desahogarse con él, incluso aunque sepa que el galeno no puede hacer nada más que escucharle.
No es un libro escrito para médicos sino para cualquiera que desee comprender un poco más a los demás y conocer los entresijos de un Centro de Salud. Cierto a los médicos les vendría muy bien leerlo porque enseña una de las cosas que no se aprenden en la carrera sino que la enseña la experiencia: la empatía, a ser humano con el enfermo y que no sea el paciente el único que merezca el adjetivo de su nombre.
La enfermedad es dura y triste y a veces la vida no ayuda a sobrellevarla. Los relatos de este libro muestran la realidad tal cual es y, al igual que la realidad, posee momentos agridulces, toques de humor, de agobio, de duda, de engaño, de entrega, de locura y también de desesperación. Refleja también el funcionamiento de la Sanidad en España y cómo sus profesionales están dispuestos a defenderla y, con ello, salvaguardar la calidad de la atención universal. No hay amargura en este libro porque la Medicina no es amarga sino todo lo contrario, lo que busca es curar o hacer más dulce la enfermedad.
Respire hondo. Diga 33. ¿Cuántas veces no le habremos oído esas palabras al médico mientras apoya el fonendo en nuestra espalda? ¿33? ¿Por qué 33? Pues simplemente porque es un sonido vibrante y esa vibración, al transmitirse a las paredes del tórax, nos permite percibir si todo es normal o, por el contrario, hay datos de alarma con zonas en las que se apaga o resuena más de lo que debería.
En 33 Desnudos en bata, el libro de María Pasquín, médico de familia, lo que se desnuda es la humanidad de la Medicina, desde el nacimiento de la vocación, a veces enraizado en la propia familia, a su evolución con el contacto diario con los pacientes, los verdaderos protagonistas de la narración. Cada capítulo comienza con una cita y cada relato es distinto, con estilos muy diferentes, pero todos dejan ver el alma de la relación médico-paciente, ya sea en forma de cuento hindú o infantil, autobiografía, historias con guiños a la literatura, twits, reflexiones poéticas o filosóficas e historias reales o que podrían haberlo sido.
Es un libro fácil de leer porque su lenguaje, aunque culto, no es rebuscado, y las páginas pasan sin sentir entre los dedos, aunque el corazón se llene de sentimientos o se cree un nudo en la garganta por esos seres que viven entre sus líneas. Sin embargo no hay ni un ápice de exageración en sus historias, la práctica de la Medicina es así, hay historias duras a diario y el paciente, cuando confía en su médico, desea desahogarse con él, incluso aunque sepa que el galeno no puede hacer nada más que escucharle.
No es un libro escrito para médicos sino para cualquiera que desee comprender un poco más a los demás y conocer los entresijos de un Centro de Salud. Cierto a los médicos les vendría muy bien leerlo porque enseña una de las cosas que no se aprenden en la carrera sino que la enseña la experiencia: la empatía, a ser humano con el enfermo y que no sea el paciente el único que merezca el adjetivo de su nombre.
La enfermedad es dura y triste y a veces la vida no ayuda a sobrellevarla. Los relatos de este libro muestran la realidad tal cual es y, al igual que la realidad, posee momentos agridulces, toques de humor, de agobio, de duda, de engaño, de entrega, de locura y también de desesperación. Refleja también el funcionamiento de la Sanidad en España y cómo sus profesionales están dispuestos a defenderla y, con ello, salvaguardar la calidad de la atención universal. No hay amargura en este libro porque la Medicina no es amarga sino todo lo contrario, lo que busca es curar o hacer más dulce la enfermedad.