Edición: Alfaguara, 2004
Páginas: 96
ISBN: 9788420400471
Precio: 7,50 €
Publicado por primera
vez en 2002, 35 kilos de esperanza es
hasta el momento el único libro infantil de la periodista y escritora francesa Anna Gavalda (Boulogne-Billancourt,
París, 1970), conocida por el éxito internacional que han tenido sus
novelas Juntos, nada más (2004) y La amaba (2002), además del libro de
relatos Quisiera que alguien me esperara en algún lugar (1999), con el que debutó en el mundo literario. La autora,
que es madre de dos hijos y durante un tiempo trabajó como maestra, explica que
el protagonista de 35 kilos de esperanza
está inspirado en un alumno que tuvo, un
muchacho nulo para los estudios pero con una gran habilidad para las
manualidades. «El sistema educativo francés menosprecia a los (estudiantes)
fantasiosos, los curiosos, los poetas, los diferentes», explica en esta
entrevista, «Afortunadamente, hay profesores maravillosos, aquí y allá, que
salvan vidas». En un principio, 35 kilos
de esperanza fue un relato que Gavalda escribió por encargo para una
revista, pero más tarde amplió el texto y lo convirtió en esta novela.
Grégoire tiene trece años y detesta la escuela. Él mismo narra en
primera persona cómo empezar a ir a clase le cambió (para mal) la vida: ha
repetido curso dos veces, no le gusta estudiar, se le dan mal los deportes y
sus desastrosas notas son motivo de discusión entre sus padres. El único que
parece creer en él es su abuelo Léon, con quien comparte su fascinación por el
bricolaje, porque otra cosa no, pero Grégoire es un auténtico manitas y
disfruta como nadie con las manualidades. El abuelo intenta hacerle entender
que para llegar a hacer inventos resulta necesario que aprenda matemáticas,
lengua y el resto de materias, aunque él sigue igual. Sin embargo, cuando el
anciano cae enfermo y los padres de Grégoire le advierten sobre la posibilidad
de matricularlo en un internado, tal vez llegue el momento en el que, por fin,
encuentre la motivación para demostrar que hay esperanza en sus treinta y cinco
kilos de peso.
35 kilos de esperanza es una buena novela, una obra bonita y sencilla que transmite
valores sin adoptar un tono moralizante. Aunque la sinopsis pueda parecer
un canto a las bondades del colegio, la autora no pretende adoctrinar al
lector, sino plasmar los puntos fuertes y débiles de esta institución (por
ejemplo, mediante una profesora que comprende a Grégoire y estimula su
creatividad) y hacer entender que para labrarse un futuro no solo hace falta
tener una habilidad, también se debe complementar con otras disciplinas para
poder llevarla a cabo con eficiencia. En el caso de Grégoire son los inventos, para
los que el abuelo le enseña que debe saber matemáticas y lengua, pero se puede
inculcar lo mismo a cualquier niño. La historia es perfecta para que los
lectores se lo pasen bien con ella y luego, si los padres quieren, puedan
comentarla con ellos. La editorial ofrece una guía de actividades que puede
servir como orientación.
En general, el libro
lo tiene todo para conectar con los lectores a los que se dirige: un protagonista
simpático con el que se pueden identificar, una situación realista y algunas
notas de humor. Grégoire, narrador en
primera persona, se expresa de forma natural y espontánea, como lo haría
cualquier niño de su edad. Todo el texto corresponde a sus pensamientos; apenas
se desarrollan las escenas, pero no hace falta porque a través de los ojos de
Grégoire se conoce lo suficiente para comprender su situación. El otro
personaje destacable, Léon, cumple con su papel de abuelo entrañable que a la
vez impone respeto a su nieto. Las relaciones
familiares son un tema importante, no solo la de ellos, puesto que también se
puede sacar jugo a la de los padres del niño. En este sentido, resulta acertada
la moraleja de que Grégoire no debe sentirse culpable por sus discusiones, ya
que hay problemas que solo son cosa de los adultos y se darían igual aunque él
fuera un buen estudiante. Por último, una mención al trato del protagonista con
sus compañeros de clase, una relación que cambia con el tiempo y que, como todo
lo demás, es muy próxima a la realidad.

Anna Gavalda.
En conclusión, 35 kilos de esperanza es una novela breve, agradable y cercana que plantea una situación que tiene más sustancia de la que aparenta, con temas tan interesantes como la infravaloración de las actividades artísticas por parte del colegio, la necesidad de encontrar una motivación, la toma de conciencia de que aquello que no nos gusta a veces también es necesario y diversas cuestiones del ambiente familiar. No obstante, sería un error valorarla solamente por su fondo, dado que la forma, ese lenguaje tan expresivo, sincero y desenfado de Grégoire, es sin duda otra de sus claves. La editorial lo recomienda para niños a partir de 10 años, pero si sois adultos que, como yo, habéis disfrutado del resto de obras de Anna Gavalda y os habéis enamorado del encanto de su prosa, os animo a descubrirla en esta otra faceta porque seguro que no os defraudará. Nota: la edición de Alfaguara está ilustrada por Ximena Maier. No puedo hablaros de su trabajo porque he leído el libro en la edición francesa de Bayard Jeunesse, que no contiene dibujos.