Aunque no es la primera vez que me pasa, creo que esta vez lo estoy viviendo de forma más intensa. En ambas ocasiones, los médicos han ordenado reposo absoluto en cama, con medicamento para parar las contracciones.
Y es que para cualquiera, eso de estar acostada suena como vacaciones obligadas, más que todo al final del embarazo, donde una se siente más agotada. Pero en mi caso ha sido difícil.
Lo primero que se piensa es: ¿pude haberlo evitado?, ¿será algo que hice mal? Luego de esa etapa de culpa y duda, solo queda hacer lo que está en las manos para que todo salga bien con el bebé y con la hora del parto.
Con Daniela era madre primeriza y mi principal preocupación era que ella no naciera antes de tiempo. Cada vez que me ponía de pie, me angustiaba tener sangrado o dolores. Era una psicosis espantosa. Las 2 semanas de reposo que estuve en cama, me sirvieron mucho para leer, relajarme, enfocarme en lo importante y prepararme física y psicológicamente para el parto.
Ahora, no es que el bienestar de mi tercer hijo no sea importante. Claro es siempre la prioridad, pero mi realidad hoy es otra y tengo ya otros dos tesoros que cuidar, mi atención está dividida y también mis preocupaciones.
Al oírlos jugar y pensar que no puedo acompañarlos, que no puedo darles de comer, que su festejo de navidad y año nuevo es, por ahora una incertidumbre; me afecta de muchas formas.
Todo este conjunto de circunstancias y sentimientos me hace pensar cuáles son los factores que harían más fácil sobrellevar este tipo de situaciones de la mejor manera, tanto para la madre como para el bebé.
1. Habla con tus otros hijos.
Aunque sean más pequeños, explica a cada uno de ellos, qué es lo que está sucediendo. Lo más importante es que no se preocupen, que no es que te pase algo malo y que será temporal. Diles que ellos son importantes para ti y que, aunque no puedes interactuar con ellos como quisieras o como están acostumbrados, estás para ellos y los amas.
2. No centres la atención en el nuevo bebé.
Esto puede crear resentimiento entre tus otros hijos y el nuevo bebé. Mejor plantéalo como un momento diferente que deben vivir como familia y que deben trabajar como un equipo. El premio a todo este tiempo de espera: el nuevo hermanito.
3. Delegar no te hace una mala madre.
Pedir ayuda a amigos y familiares no te hace menos competente como madre o con el trabajo de la casa. Debes estar consciente de que en estos momentos necesitas apoyo y quien mejor que ellos. Habla claro de tus expectativas desde el inicio, eso te dará tranquilidad. Su apoyo puede estar relacionado con tareas de la casa, ordenar cosas del nuevo bebé, sacar a pasear a tus otros hijos, preparar comida o simplemente, hacerte compañía.
4. Tranquilidad mental.
En esta situación, es necesaria la tranquilidad mental y no solo física. Las personas alrededor deben ser agentes de soluciones y apoyo, no llevar conflictos ni más preocupaciones a tu mente. Debes sentirte protegida, comprendida y amada.
Esto parece fácil, pero debemos tomar en cuenta que las embarazadas nos ponemos sensibles y tenemos el peso de lo que estamos viviendo en ese momento, más la incertidumbre de lo que vendrá, al momento de dar a luz.
Esta paz ideal no solo depende del apoyo emocional que recibas de quienes te rodean, sino también de tu actitud ante esa realidad que te toca vivir. Al final, todo lo que sientas o hagas será percibido por tu bebé.
5. Mente entretenida.
Aprovecha el tiempo para realizar actividades que te gusten y que puedas hacer desde tu cama: leer un libro a alguno de tus hijos, ver una película en familia, hacer crucigramas o sudokus, leer una revista, tejer. Busca actividades tranquilas que liberen tu mente y te relajen.
Todo reto tiene un lado positivo. En este caso, la mejor recompensa luego de este tiempo será ver a tu hijo nacer sano y dentro de una familia que lo ama mucho. Esa debe ser la principal motivación que ayudará a mantener tu mente enfocada y serena, el tiempo que sea necesario.
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