Nieves Delgado nos cuenta en esta novela toda una vida, la de Treinta y Seis, una inteligencia artificial que ha cobrado conciencia de sí misma y que parece capaz de alcanzar un nivel de desarrollo que supera en cualquier aspecto a todo lo visto en el campo de las inteligencias mecánicas. A Treinta y Seis se le asigna un cuerpo para cada estado de su existencia, primero uno rudimentario en su etapa infantil, después uno algo más avanzado para la época en la que convivirá con adolescentes, y finalmente un cuerpo evolucionado y con sexo definido que le ayudará a integrarse en la sociedad adulta. O tal vez no.
Hay dos temas principales perfilados en esta novela corta. El primero es la identidad, o más bien su búsqueda. Y qué mejor que poner el foco en un personaje no humano para que actúe como observador de nuestras propias contradicciones al respecto. Treinta y Seis (el personaje) funciona muy bien como metáfora de lo complicado, y hasta absurdo, que es a veces el proceso de autoconocimiento, reflejado magistralmente en algunos de los diálogos que el androide tiene con quienes le rodean.
La otra temática que permea las páginas de esta narración de ficción especulativa es la visión que tenemos del otro, el que es diferente, el que nos fascina tanto como nos asusta. También encuentro grandes ideas esbozadas en la novela en este sentido, demostrando que la ciencia ficción es un género perfecto para hablar de este tipo de cosas cambiando el punto de vista para facilitar la reflexión.
Por tanto, a través de Treinta y Seis, Nieves Delgado hace una panorámica bastante acertada por los comportamientos humanos. El punto de vista artificial expone lo milagroso y único de nuestras emociones y sentimientos, pero también su parte miserable y cínica. En este aspecto, la novela me resulta una ácida crítica a la tiranía de las convenciones sociales.
Me gusta mucho cómo la autora retrata una inteligencia artificial decepcionante para el mundo, con capacidad para cambiarlo todo pero sin querer hacerlo, adoptando un comportamiento pasivo que se llega a calificar de autista. Esto rompe esquemas dentro una ciencia ficción acostumbrada a exagerar, tanto para bien como para mal, la representación de inteligencias mecánicas.
Me funciona algo menos, en cambio, todo lo referente a la cuestión de género que late en el texto. Y es que su tratamiento es bastante sutil, al igual que otras cuestiones que transmite la novela, hasta que toma un protagonismo que se me antoja algo forzado.
36 es una novela corta que avanza a buen ritmo mientras disemina reflexiones de implicación filosófica en el lector, tal y como hacen muchas buenas obras de ciencia ficción. Sin duda el texto tiene potencial para un desarrollo mucho más amplio como novela de mayor extensión, pero lo que nos ofrece Nieves Delgado en este libro es más que suficiente para dejar satisfecho a un lector aficionado al género. Por cierto, el relato incluido en la segunda edición, que lleva por título Has venido a verme morir es un complemento perfecto a la novela y detalla una poderosa imagen esbozada en «36», retratando una escena llena de misterio y significado.