Margaret Thatcher, una "gran" accionista
A punto de embarcar para Kenia (y después de varios meses sin publicar) se impone que la semana que viene haya una puesta al día del blog y una visita (virtual) a este país africano.Pero antes de partir comentaros que he recibido un correo de Max Lawson (compartido a todos los colegas que trabajamos en Oxfam) con el título de este post.
Al parecer este concepto, democracia accionarial, apareció en los años ochenta y era una de las ideas favoritas de Margareth Thatcher, primera ministra del Reino Unido. El concepto parecía simple: las empresas deberían concentrarse en dar el máximo beneficio a sus accionistas. Y a su vez, debería motivarse a la población a que comprase acciones de estas empresas para recibir dichos beneficios. Así todo el mundo obtendría beneficios. Que bien.
El problema aparece cuando se pusieron sobre la mesa datos complementarios a esta idea: el 10 % de los hogares recibían el 55 % de los beneficios accionariales y el 50 % de los hogares solo recibían el 14 %. Es decir, pocos hogares recibían mucho y muchos hogares recibían poco. Uhm... ya no parece tan buena idea si piensas a nivel global como sociedad. La redistribución no se producía.
El mail de mi colega acaba con una reflexión sobre los 30 años de la caida del muro de Berlín.
Era fantástico que la libertad y la democracia hubiesen ganado a la tiranía soviética.
Pero en el marco de las celebraciones se recogieron numerosos testimonios de alemanes del Este que hablaba con nostalgia del régimen comunista, no porque prefiriesen no tener democracia sino porque anhelaban los tiempos en los que el trabajo estaba asegurado y había cierto comfort y seguridad.
¿Por que hay que elegir entre libertad/capitalismo o tiranía/trabajo seguro? ¿No hay un termino medio se pregunta Lawson?
Hay quien cree que la libertad de Uber o de las empresas de riders para fijar los salarios es equivalente a la tiranía de la policía secreta. O lo que es lo mismo: no hay tanta libertad cuando no puedes disfrutarla.