Cuando un año acaba regular (en mi caso por algún problemilla de salud), tienes la sensación de que todo el año ha sido malo. Una percepción que no sería exacta ni justa por mi parte.Y para convencerme de ello, quiero darle un pequeño repaso al 2014 antes de entregarme en cuerpo y alma a este 2015 del que me gusta hasta el número y que me ofrece 365 oportunidades para ser feliz, o cuando menos, para seguir disfrutando de la vida.
Veamos: El 2014 ha tenido para mí dos cosas malas: la pérdida de mi entrañable y precioso gato Jimmy en el mes de agosto y el problema que afecta a mis ojos y que está en vías de solución (espero).
Todo lo demás ha sido bueno: publiqué un nuevo libro, Nepal, cerca de las estrellas; pasé unas vacaciones estupendas en Malta; mi hijo se ha estabilizado en su trabajo y en su vida personal (si lee esto dirá que por qué ando yo hablando de él pero es que también es parte de mi vida); y he intentado disfrutar cada día de las pequeñas cosas cotidianas.
No tengo PROPÓSITOS que cumplir en el 2015 porque ya voy al gimnasio, no fumo y llevo una vida más o menos sana. En todo caso, mis propósitos serían los mismos de hace años y trato de cumplirlos de una forma continuada para ayudar así a que se cumplan mis DESEOS, que no son otros que seguir escribiendo, publicar un nuevo libro, hacer otro viaje estupendo y que mi gente esté bien.
Pienso levantarme cada día con una sonrisa y cantando aquella canción de Serrat que decía "hoy puede ser un gran día, date una oportunidad". Os dejo el vídeo y os recomiendo prestarle atención a la letra porque no tiene desperdicio.
Feliz año a todos y que se cumplan vuestros deseos.