Estoy en desacuerdo con los que dicen, aún hoy, que nos volvimos gilipollas con la llegada de las redes sociales. Yo creo que el ser humano siempre lo ha sido y el actual no lo es más que el de hace cincuenta o cien años. Tan solo ocurre que desde la aparición de las susodichas, los humanos pueden dejar prueba flagrante e innegable de ello. Encima les encanta hacerlo y resulta que son muchos más de la mitad de la población mundial.
Los que estamos en la otra mitad, a todas luces minoritaria, procuramos mantenernos en la otra cara de la moneda, pues la gilipollez es contagiosa y de contraerla no existe antídoto eficaz contra ella.
¡Resistamos, joder!