Aprende a combinar todos los factores en función del sabor que quieras darle al momento. ¡Desata su locura, expresa toda tu sensualidad y disfruta del resultado!
Comenzaremos este compendio de consejos con una premisa básica: hay una atracción latente entre la persona con la que quieres aplicar estas enseñanzas y tú. Puede que ya haya sido explorada, expresada y compartida con diversos resultados; y también puede que no lo fuese… Pero el caso es que la hay, y que es recíproca.
Si no fuera el caso (si no hay reciprocidad, o no parece haberla), seguir estos consejos puede crear tensiones en tu relación con esa persona. Tensiones que pueden resolverse para bien o para mal; quedando como amigos, como amantes, como pareja o como nada en absoluto. No puedo ofrecerte ninguna garantía, salvo que la cosa cambia.
Así pues, eres responsable de usar acertadamente lo que se te cuente aquí. En este escrito se te anima a la sinceridad (ser tú mism@, expresar lo que sientes y deseas, etc.), pero no al sincericidio (hacer un uso indiscriminado del acto de sincerarse, especialmente con el fin de obtener injusto provecho, o bien de hacer daño a la otra persona). Así que recuerda: las consecuencias derivadas de tus actos son única e inapelablemente tuyas.
La segunda premisa básica es que no importa tu sexo ni tu orientación sexual. Cuando se trata de actitudes, valores y comunicación; es extensible para todos. Cada situación tiene su propio ritmo, su tempo y sus necesidades, pero eso es algo que debes detectar y gestionar tú.
De todas maneras, para ayudar a la comprensión de todo este abstracto, vamos a seguir una estructura desde el inicio del contacto hasta el momento culminante: el mejor sexo que tu pareja tendrá en su vida, siendo francamente optimistas.
No es una estructura fija ni mucho menos lineal. Pueden darse todas las etapas aquí descritas a un mismo tiempo. Puede que algunas no lleguen a ocurrir jamás.
Por ello, se aconseja no convertirla en pajas mentales.
Procedo a describirla:
1. El comienzo de vuestro contacto.
Uno de los giros de tu vida te ha llevado a cruzarte con esa persona. Puede haber sido espontáneamente, o tal vez algo deliberado. Quizá incluso una exigencia del guion.
No importa cómo fuese el caso… Todos siguen una misma pauta.
En mi primer libro, Vivir la Vida, esta tendencia que siguen todos los contactos humanos queda descrita en los términos que ya anticipaba en esta misma casa: Conocer (a la otra persona, entrar en contacto con él/ella y romper las primeras distancias), Descubrir (su identidad, sus motivaciones, sus ambiciones, su camino…) y Profundizar (compartir visiones, valores, objetivos y momentos).
Para ello hay toda una serie de actitudes y recursos, que son la tónica general de los escritos aquí y en Play it Sexy. Curiosidad, empatía, honestidad, celebración, atrevimiento… Todas ellas actitudes que son parte del mayor de los recursos: Vivir tu Vida y EXPRESARTE A TRAVÉS DE TI. Adueñarte de tu vida y tus decisiones.
El resto de recursos los conocerás a medida que avance el texto.
2. De las primeras palabras a hilar más fino.
Hasta ahora no habréis pasado, probablemente, del hecho de conoceros y descubrir alguna que otra cosa el uno del otro. En caso de que sí, mi enhorabuena por haber entrado en confianza tan deprisa. En caso contrario, te pido que no te precipites.
Es importante entender que la confianza no se puede forzar. Todo lo que uno puede hacer al respecto es dar toda la confianza que desee, y evaluar el grado de reciprocidad. Si la confianza que se recibe compensa la que se da, y uno está conforme y a gusto con ello… Se gana el primer apoyo para esta causa.
Se puede pasar a manifestar el interés por detalles concretos que descubrir (como aquello que compartís y lo que os diferencia) y por aspectos en los que profundizar (especialmente todo eso en lo que podéis aportaros algo). Teóricamente, todo el mundo puede aportarte algo, y lo mismo puedes hacer tú con todo el mundo… Pero los hechos demuestran que no todo el mundo sirve para aportarte o para recibir tus aportes. Y descubrir qué tipo de persona es la que tienes delante, solamente lo puedes hacer tirándote a la piscina (y rezando para encontrarla llena).
Mi consejo a titulo general es no esconder jamás el interés que sientas por una persona, pero no ser invasivo al respecto. Una persona magnética es directa pero no intrusiva.
No puedo dar una fórmula al uso, pero sí puedo ayudar con un ejemplo personal: una de las mujeres más importantes de mi vida dice que lo que más le gusta de mí es que sé hacer que se sienta carnaza y mujer al mismo tiempo. Esto por sí mismo suena un poco mal, pero no ha terminado la historia. Ella dice que sabe que estoy mal cuando no soy capaz de hacerle sentir las dos cosas a la vez, y solamente se da una.
Eso para mí significa que, de algún modo, se ha molestado en conocerme más allá de lo superficial. Que corresponde hasta cierto punto mis sentimientos y no teme demostrármelo, y que posiblemente ocupo un lugar especial en su vida.
¿Cómo lo he conseguido? Francamente, no tengo ni idea.
Es posible que no sea por mí. Que sea incluso a pesar de mí, y se haya dado por lo que hemos compartido. O por cómo es y cómo se siente ella cuando yo soy testigo de su belleza, cuando hago proposiciones (decentes e indecentes) o cuando escucho, sin más.
No tengo idea de qué pudo ser, pero te contaré lo que suelo hacer con todo el mundo:
- Soy claro y directo con mis deseos, mis intereses y mis sentimientos. Es la mejor forma de fomentar que lo sean conmigo.
- Suelo confesar lo que alguien me inspira desde el principio.
- Hago saber desde el principio y con toda la claridad posible mi orientación, mis inclinaciones y mi situación sentimental (aquello que ofrezco y aquello que no).
- Dedico más energías a aprovechar las conexiones que ya tengo que a intentar crear otras nuevas a la fuerza, pero no me cierro a nuevas coincidencias.
- Extiendo invitaciones. Comparto complicidades. No me arrepiento de lo que soy ni de lo que siento. No pido disculpas por ello, pero sí cuando hago daño.
- Si lo que tengo con alguien me gusta, intento que dure. No a través de la exclusividad (porque no está en lo que ofrezco), sino por deseo mutuo. Si de alguna forma ese deseo desaparece, dejo la puerta abierta a mantener o terminar el contacto.
- Dejo que las personas entren y salgan a su antojo de mi vida. Me hago notar cuando deseo la presencia de alguien. Me retiro si no soy bien recibido. No me aferro a nadie, en la medida de mis posibilidades.
Como siempre digo, las personas son más bellas cuando tienen libertad total para decidir. Paralelamente, Zan Perrion afirma que solamente siendo libre de marcharse, la otra persona podría escoger quedarse… Y que tratar de retenerla destruye todo lo bello de vuestra relación. Tanto como dar por hecho su presencia y no demostrar que te aporta algo.
¿De qué te puede servir esto a ti?
Principalmente como fe de erratas, y como medio de autocrítica. Esto no es ni mucho menos el único y verdadero modo de hacer las cosas bien. Es con el que algunos de nosotros, amantes del amor, hemos logrado perpetuar su presencia en nuestra vida.
Hemos abrazado una incertidumbre y un constante devenir. No tememos al cambio, no tememos a los finales ni tampoco a los comienzos…
Sentimos ese pinchazo morboso del no saber qué será… Que escuchamos, aceptamos y abrazamos; mientras nos lanzamos a vivir igualmente. Mientras que modelamos nuestras vidas con cada nuevo acto de expresión y expansión personales, aceptamos las invitaciones que la vida nos extiende, y dejamos las nuestras en abierto para sus destinatarios, o bien para quien desee tomarlas.
Se podría describir como crear un espacio donde la confianza y la complicidad permiten ser uno mismo sin sentirse atacado, menospreciado ni juzgado. Donde se fomenta la autenticidad y la expresión abierta y honesta. Ello no garantiza que los demás deseen compartir este espacio contigo, pero si lo hacen, sabrás a qué atenerte.
Y si no lo sabes, estás en el momento adecuado para preguntarle a la otra persona… O para averiguarlo a través de vuestras conversaciones e interacciones. Una de las mejores formas que conozco para hacerlo es el Ciclo de Rapport, un concepto desarrollado por mi amigo Steve Mayeda para su magnífico programa The Sexual Life.
Los Ciclos no son más que historias, preguntas y enunciados usados con el fin de comprobar el papel que tiene algo importante para ti en la vida de tu interlocutor. Distintas combinaciones de estos elementos generan distintos formatos de Ciclo, cuya diferencia principal sería la intervención de ambas partes en la conversación.
Si te llevas bien con el inglés, comprueba el ejemplo en audio de Bang Radio (con un comentario extenso por escrito).
Si no te bastara con los ciclos, aquí tienes un extracto de mi libro Todo, menos marear (colgado en Play it Sexy), que te aporta los aspectos más importantes para descubrir detalles acerca de la otra persona y profundizar con menores dificultades.
3. Aprovechar la corriente para fluir hacia donde deseas.
Dando por hecho que seducir es no joder la atracción que ya existe, y que eso mismo es lo que habéis estado explorando en vuestra relación… Es muy probable que hayan aflorado momentos de tensión sexual. Si quieres comprenderlos y saber por qué no conviene intentar forzar que resulten en algo, consulta este otro artículo mío con todo lo que debes saber sobre la tensión sexual y cómo manejarla adecuadamente.
Tanto si ocurrieron pero no terminan de dar fruto como si no se dieron en absoluto… No desesperes. Tu solución tiene nombre y apellidos: flirteo elegante incondicional.
Me voy a permitir citar (mediante traducción propia) un fragmento de The Alabaster Girl, el magnífico libro de Zan Perrion, para que captes por completo a lo que me refiero:
“¿Tratar de ligar con ellas? Por supuesto que no. ¿Tenía intenciones ocultas? Para nada. Ellas lo sabían todo. Conocían el espíritu de lo que yo estaba diciendo. Eran conscientes de que, sencillamente, soy un hombre que ve belleza en las mujeres, que vio belleza en ellas. Y porque lo hice, se volvieron todavía más bellas. Sólo para mí.
Esto es lo que amo. Este es el regalo de la vida que las mujeres me otorgan, y que yo les entrego a ellas. Un intercambio perfecto. Hago que se sientan deseadas, me hacen sentir inspirado, y no tiene nada que ver con buscar un resultado específico. La interacción es el único resultado que importa. Eso es todo lo que hay. No hay nada más.”
Flirtear es demostrar que estás dispuesto a compartir momentos e intimidades con la otra persona. Hacerlo de manera elegante es confiar en el uso de invitaciones, de la tentación y la insinuación, de la declaración abierta y, sobre todo, de unas palabras sinceras y bien escogidas. Muchas personas te agradecerán que seas franco, en vez de un lobo disfrazado de oveja (o en palabras de otra persona que apenas acabo de conocer, un cabrón disfrazado de buena persona). Y aún así, sigues sin tener garantías.
¿Por qué? Sencillo: las conexiones se viven diferente desde el otro lado. Lo han demostrado a través de estudios, incluso… Como este, por ejemplo, que está en inglés.
No es que hablemos idiomas distintos, ni mucho mismo tenemos que traducirnos… Pero de lo que tú digas a lo que la otra persona entienda hay un gran paso; y hay siete más a cómo le siente y la reacción que acompaña. Esa reacción puede cambiar vuestra relación, pero no dependas de ella. El segundo apellido es “incondicional”.
Otra vertiente de este aspecto incondicional significa hacerlo porque expresas tu verdad y eres fiel a tus sentimientos y deseos. Aunque definirlo así lo pinta como totalmente condicional, se transforma en incondicional si no te avergüenzas de manifestarte de este modo, ni te cohíbes ni retiras aquello que dijiste (o las invitaciones que ofreciste) por la reacción de la otra persona. Eso no significa que ofendas gratuitamente y no te disculpes, sino que te honres. Uno puede saber ceder sin perder su terreno.
Esa autenticidad es un principio cuyo sentido está en sí mismo, y eso la hace incondicional. Por supuesto, los demás pueden reaccionar mal ante esta forma de conducirte… O no reaccionar en absoluto. Así pues, recuerda: el flirteo es una conversación, no un monólogo.
Si una persona no quiere tener esa conversación contigo, asiente y agradece la oportunidad para tenerla con alguien que lo desee y lo aprecie… Y por supuesto, aprovecha la ocasión.
4. Del dicho al hecho.
Siendo sincero, cuando yo llego a este punto he estimulado tanto la imaginación, la curiosidad, el morbo y el deseo de la otra persona, que pocas tentaciones más me hacen falta. Y es precisamente de eso de lo que me aprovecho yo… De las tentaciones. Cuando os habéis tirado todos los trastos habidos y por haber, es cuando las cosas más íntimas pasan.
Suponer una tentación para la otra persona es algo intrincado y muy voluble. Y por supuesto, también puede ser imaginación tuya… Pero vamos a suponer que no lo es. Puede cambiar totalmente con el mero hecho de que pase algo entre vosotros una única vez, y no siempre cambiará para convertirse en lo que a ti te gustaría.
Vamos a hacer alarde de mentalidad positiva y digamos también que el interés está intacto.
¿Cuál es mi papel? ¿Cómo me desenvuelvo yo?
Si no es el momento adecuado… Propongo una cita.
Así es: le pido salir juntos, con el propósito por delante. No le digo que si quedamos para vernos. No pongo ninguna excusa tonta por medio. Me responsabilizo de mis deseos y mis sentimientos, y se los presento abiertamente. Así la decisión es abierta, clara, consciente y libre.
¿Y sobre la logística del encuentro?
Como las agendas pueden tener problemas para cuadrar, suelo instruir a las personas en un principio que sigo yo mismo: si de verdad te apetece que nos veamos pero no te viene bien la fecha propuesta, haz una contraoferta más adecuada. Para que te hagas idea:
¿No puedes el lunes? Ofréceme el miércoles, por ejemplo.
¿Y una vez en situación, qué ocurre?
Si es el momento adecuado… Le doy rienda suelta al deseo.
¿Quiero un beso? Lo hago saber. Mis gestos pueden ser muy elocuentes, y si quedan dudas, mis emociones y mis propias palabras están ahí para despejarlas.
Me fio lo justo de mi instinto, que está más atento que mi yo consciente a las cadencias del ritmo que delatan el deseo profundo de algo más que besos… Pero cuando se trata de la otra persona son sus actos, y luego sus palabras, aquello que para mí realmente dice la verdad sobre sus intenciones. Para bien o para mal, me guio según esa congruencia.
Puedo llegar al límite mismo e incluso explorar sus dimensiones, pero solamente lo traspaso cuando se me da paso franco. Y ese gesto, para mí, ha de ser lo más explícito y sin mareos posible.
En caso de no serlo, por mucho que me pueda arrepentir luego, corto el rollo. Prefiero un mal menor y estar afectado lo justo durante relativamente poco tiempo, a terminar bien jodido por meterme en según qué saraos y pagar los platos rotos con el mundo.
Que tal vez te haya pasado alguna vez, y como a mí, no te habrá sentado nada bien, por no decir como una patada en la ingle.
Unas anotaciones importantes:
- A pesar de ser practicante confeso de la posibilidad poliamorosa, cuando estoy con alguien no comparo a esa persona con otras. Ni pasadas, ni actuales. Ni con el porno ni con mis fantasías. No lo hagas: es arruinar el momento (y posiblemente la relación).
- Siempre trato de tener claro el interés y el deseo de la otra persona, y de mantenerlo vivo conversando, quedando o compartiendo intimidades… Hasta donde nos es posible y nos apetece, claro está. A veces te pasarás o no llegarás, así que pide que te avisen de ambas cosas y que haya claridad. Al menos mientras no haya telepatía.
- Practico el egoísmo positivo y no me presto a hacer cosas que no me gustan para nada. Hay otras que me parecen aceptables si hay reciprocidad. En ambos casos, como ya mencionaba antes, ofrezco alternativas mejores en busca del win-win… Como por ejemplo, retomando un punto anterior, explorar las fantasías de ambos… Y animándose a cumplirlas y elaborar más en conjunto.
- Ser sincero de una forma dolorosa o molesta, aunque no quieras putear, se puede cargar las cosas entre cualquier persona y tú… Por muy bien que vayan. Está en su derecho para escoger poner distancia, y tú en el tuyo de querer enmendarte, pero tampoco hay que ser gilipollas ni orgullosos. Si se puede hablar se habla, y se salva lo salvable sin marear. Siempre hay tiempo para que las cosas mejoren… O se terminen.
- Mi grado de atención a la otra persona oscila de prácticamente desaparecido a hablar todos los días, y lo único en lo que me baso es en las circunstancias. No caigo en la incongruencia de intentar llamar su atención y que se interese por mí pasando yo. Y si no quiere hablar conmigo, me quedan muchas más compañías… Incluido yo mismo.
- Si acabamos juntos en la cama (o compartiendo cualquier otra clase de intimidad sexual y emocional) yo suelo querer repetir. Eso no significa que la otra persona también quiera, pero si no pasa, no será porque yo no lo haya ofrecido.
- A veces, decirte que no es lo mejor que otra persona puede hacer por ti. Te impulsa a buscar algo mejor para ti, y a dar lo mejor de ti… Si te lo tomas como realmente es el asunto. Que te rechacen es solamente eso, y no necesitas montarte ninguna pose ni fliparte de ninguna forma para gestionarlo. De hecho, puedes agradecérselo y preguntarle sinceramente qué cosas tuyas le atraen y qué podrías hacer mejor como hombre y como persona… Si te interesa su opinión.
Dicho todo esto, dejaré que los momentos de cama (o donde te pille mejor y más a gusto) los configures por tu cuenta y a tu bola.
Si quieres algo de ayuda extra para todo lo expuesto hasta ahora, consulta estos artículos:
- 3 disparadores de orgasmos que harán que todo tiemble.
- 4 claves de oro para darle un sexo oral inmejorable.
- 5 trucos para mejorar tus encuentros sexuales.
- Serie “Los 10 errores más comunes en la cama“.
- Por qué te mueve lo que te gusta: la ecología de la atracción
- Y más de 100 Entradas por Temáticas, que no te puedes perder. ;)
Con esto cierro uno de mis artículos más extensos… Y dando gracias porque decidí abreviarlo y no ser puntilloso con los detalles.
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Kheldar