4 de Febrero: corazón de la revolución venezolana

Carmen Castillo Travieso

La rebelión militar del 4 de febrero de 1992 a la cabeza de Hugo Chávez Frías con su singular frase “por ahora”, desató para siempre, momentos históricos dentro y fuera de nuestra patria que trascendieron del revés militar, a una gran victoria política.
Y el 4 de febrero, renace la dignidad del soldado, de los oficiales, al propiciarse la unión del soldado con el pueblo que impulsó a los militares a alzarse a la cabeza de su líder Hugo Chávez, contra unas Fuerzas Armadas descompuestas. El 4 de febrero concientiza a la oficialidad joven, contrarios a la masacre de los días 27, 28 del 89, que ordenara el presidente Pérez a su ministro de la Defensa Alliegro, para reprimir miles y miles de personas que protestaban en todo el país a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional.
Fueron soldados sordos ante la sentencia de Simón Bolívar:
“Maldito el soldado que levante sus armas contra el pueblo”
No fue una derrota La acción del 4 de febrero, sí en cambio, fue una fecha que puso al desnudo las contradicciones en la partidocracia, produciéndole un severo golpe a la democracia representativa liquidándola para siempre.
Caldera se deslinda de su partido, al reivindicar la rebelión, y ante la real expectativa de la gente con Chávez, la oportunidad que lo acercaría a la presidencia de la Republica no la dejó pasar.
Ramos Allup en su habitual pa tras y palante, al tiempo que apoyó, votó contra su compañero de partido Pérez .
La rebelión del 4 de febrero de 1992 y la aparición de Hugo Chávez bajo el signo bolivariano dio vida a las tres raíces: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora como la razón ideológica que dará musculo a la Revolución venezolana.
Hoy, el gran desafío es vencer la ofensiva de una oposición genocida perversa que engolosinada se arma con la crisis real de alimentación de medicamentos, la manipula, la estimula incitando a la desestabilización…al caos …pero el pueblo real sabe que es primer punto en agenda del Gobierno debe y participa protagoniza sin detenerse en exigir pronta solución.