Revista Viajes

4 horas por Vietnam. Primeras impresiones

Por Bbecares

Pues ya estoy en Ho Chi Minh, o Saigón, como se llamaba antes y como parece que siguen llamándolo por aquí. Me estoy tomando un zumo de sandía natural, axfisiada de calor (muy húmedo, no mola mucho) en una terraza de una cafetería de una calle ruidosísima llena de coches y motos y sus motores y pitidos. Sin embargo, ya os digo, era la calle más silenciosa en todo el barrio, así que me siento casi en paz aquí.

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Ya llevo cuatro horas en Vietnam. Por fín, tras tanto tiempo y, hasta ahora, todo me ha sorprendido muy gratamente, menos que resulta que el Facebook está censurado (algún truco habrá para entrar y, si no, esta será una ocasión idónea para la desintoxicación, que dice mi madre que estoy enganchada y tiene mucha razón, lo único, que espero que el síndrome de abstinencia no acabe por amargarme mis meses en Asia) y otra cosa que no me ha gustado es que si te tomas algo, se ve que a veces te ponen un té de aquí que sabe fatal. Y mira que a mí no me gusta hacer feos en temas de gastronomías locales, pero no hay quien se lo beba. También os digo que me conozco y que, como esto sea muy típico aquí y yo acabe amando este país como me ha pasado otras veces, acabaré siendo la mayor fan del té. Bueno, el ruido este de las motos, que son muchísimas, de verdad, creo que dentro de unos días me va a tener hasta el moño pero, por ahora, me parece curiosísimo, incluso que los motoristas se metan en las aceras llenas de peatones.

Y lo que más me ha gustado hasta ahora, además de que se ve que es todo bastante barato, es que he estado paseando por la calle con mis maletas, mi cámara de fotos, mirando a todo con cara de ‘este es mi primer día aquí y todo me tiene fascinada’, o sea que he ido por la ciudad para un lado y otro sin esconder, ‘ni un poco’ que soy turista y recién llegada, y no me he sentido observada. También tengo que aclarar que, tras el cursillo en los balcanes y el máster intensivo en Marruecos, hay pocas ocasiones en las que yo pueda notar que la gente me va mirando. Y eso va en serio…. Cuando yo vivía en Struga, en Macedonia, alguna vez me pasó de ir por la calle principal, donde se ubican los bares albaneses (para que nos entendamos, los albaneses son propensos a mirar a las chicas y decirles piropos o simplemente preguntarles cosas de su vida, los macedonios son más discretos) con alguna visita y decir la visita que se encontraba incómodo o incómoda porque todo el mundo nos observaba y yo no era consciente de ello.

Sin embargo, aquí en Ho Chi Minh, no creo que sea por mis grandes conocimientos y experiencia para obviar que me están mirando, creo que aquí es que pasan bastante de mí. MOLA.

Otra de mis primera impresiones es que se ve a la gente majísima. He visto en el avión y en el autobús como hablan con desconocidos muy alegremente y se ríen juntos. Eso me gusta mucho también. Y las veces que he preguntado cosas a gente por la calle (muchas veces, porque preguntando se llega a Roma y en países en los que cabe la posibilidad de que quieran cobrarte de más, se llega a Roma más barato), también han sido muy agradables conmigo.

Ahora me voy con la chica que me aloja a su casa (Aquí son las 7 de la tarde y yo estoy muerta). Y mañana conoceré Ho Chi Minh sin mochila. Qué lujo.


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