Las primas a las energías renovables son siempre objeto de polémica, a menudo sin razón. ¿Cuáles son esos mitos sobre la eólica y cuánto hay de verdad en cada uno?
Mito número 1: Las primas a las renovables (y, por lo tanto, a la eólica) son las culpables del déficit de tarifa.
Las primas son unos incentivos nacidos en España en los años noventa con el objetivo de fomentar el desarrollo de las energías autóctonas y limpias (renovables), en vez de penalizar a las más contaminantes. Para ello se estableció el Régimen Especial del sector eléctrico, donde estaban integradas todas las tecnologías (eólica, solar, geotermia, minihidráulica y biomasa, además de la cogeneración) que se querían incentivar. Por lo tanto, es obvio que cuanta más electricidad se produzca con energías renovables –un objetivo común a todos los países industrializados y muchos emergentes-, mayor será la cantidad a abonar en forma de primas.
Las primas son un coste más del sistema eléctrico, como el transporte, la distribución, etcétera. Estos incentivos sólo son imputables al déficit de tarifa –que es la diferencia entre lo que les cuesta a las empresas producir electricidad y llevarla hasta el consumidor y lo que ingresan por ello- cuando se produce un desvío entre lo que prevé el Gobierno que cuesten y su coste real.
La energía eólica percibió 1.756 millones de euros en 2011 en concepto de primas y complementos, según los datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE). Esto representa un 12,46% menos respecto a la cantidad percibida en 2010. Y supone que la contribución de la eólica al aumento del déficit de tarifa fue cero en 2011. Las primas a la eólica representaron el 31,2% del total percibido por las renovables en el año y su producción, el 62% del total generado por las renovables.
Mito número 2: La energía eólica es cara y las primas encarecen la factura del consumidor.
Ni mucho menos. ¿Sabes lo que le cuesta a cada hogar medio español las primas a la eólica? 1,3 euros al mes. Según los datos de la CNE, en los últimos cinco años la generación de la eólica ha aumentado un 76%, hasta 138 TWh. En ese periodo, las primas al sector sumaron 5.200 millones de euros. Si esos 138 TWh se hubiesen producido con gas, el coste de la importación de este hidrocarburo hubiera sido de 5.000 millones de euros.
En resumen: 5.200 millones de euros en primas a la eólica que se han quedado en España y que han evitado un gasto en el extranjero de más de 5.000 millones de euros. 5.200 millones que han propiciado el desarrollo de una potente industria eólica, con proyección internacional, que ha creado miles de puestos de trabajo y generado I+D+i. En vez de importar más combustibles fósiles, hemos exportado aerogeneradores, know-how, y una imagen moderna e innovadora de España, algo de lo que no pueden presumir muchos sectores de nuestra economía.
Mito número 3: Las primas en España son más altas que en otros países.
Éste mito es muy fácil de desmontar, ya que sólo hay que mirar las cifras: si en España se paga a la eólica 81 euros el MWh (para las instalaciones que se acogen a la tarifa regulada), en Alemania son 89 euros, en Francia, se llega en algunos casos a los 130 euros, y en Reino Unido oscilan entre los 62 y los 132 euros, por citar sólo algunos ejemplos.
Además, el sector eólico no está lejos de ser rentable sin necesidad de primas. Esto dependerá, en gran parte, del precio del barril de crudo: la estimación más aceptada es que la eólica será competitiva con el barril Brent por encima de 160 dólares.
El problema es que en España le queda un último impulso en forma de incentivos para alcanzar la ansiada competitividad. Sin ese empujón, se corre el riesgo de tirar por la borda veinte años de esfuerzo y 25.000 millones de euros de inversión. Y cuando España quiera volver a apostar por la eólica, deberá importar aerogeneradores del extranjero en vez de exportarlos.
Mito número 4: La eólica ha crecido por encima de los objetivos.
Tampoco eso es cierto. La industria eólica ha tenido un desarrollo ejemplar (la Comisión Europea analizó en 2007 los sistemas de incentivos de la UE y llegó a la conclusión de que el español era el más eficaz desde un punto de vista económico) y cumplió escrupulosamente los objetivos del PER 2005-2010 en el momento en que hubo que hacerlo.
El Gobierno no debería perder de vista que la historia del sector eólico en España es un caso de éxito, citado como ejemplo en todo el mundo. Tanto es así, que podría servir como modelo para el tan necesario cambio de patrón productivo que necesita España.
En este contexto, ¿no tiene sentido seguir apostando por la energía eólica? Si todos los grandes países lo están haciendo y España ya es líder mundial, la gran pregunta es si podemos permitirnos no hacerlo.
Fuente: Somoseolicos