Me inspiré en ese título, a raíz de un comentario que hizo mi madre, debido a los múltiples hechos de sangre y delincuencia que está viviendo nuestro país. No tenemos que ser psicólogos para saber que la raíz de esos grandes flagelos es la falta de educación en el hogar. Es más cómodo delegar la educación de nuestros hijos en una niñera, o peor aún, en el último equipo de alta tecnología, que poner el esfuerzo necesario para inculcarles valores morales, y enseñarles a discernir entre el bien y el mal.
Con mucha tristeza observamos como va perdiendo valor el trabajo honesto para dar paso a formas de ganar dinero rápido y mal habido. Parte de esto surge de que muchas veces copiamos lo negativo de otras culturas más desarrolladas que las nuestras, en lugar de imitar las cosas positivas. A esto se le suma el bombardeo constante de información que recibimos a través de la televisión, redes sociales, música y otros medios de comunicación, las cuales no siempre vienen filtradas adecuadamente.
No podemos permanecer apáticos e indolentes ante esta situación. Todo aquel que tenga la responsabilidad de educar uno o más niños, tiene que velar porque reciban una educación de hogar basada en valores morales. Podemos educar y aplicar disciplina sin que esto implique maltrato o trauma. Lo que no nos podemos es darnos el lujo de seguir siendo permisivos o actuar como que nada nos importa, pues no sabemos si en el futuro, producto de nuestra dejadez, seamos los afectados directos de algún antisocial que no recibió en su casa las enseñanzas correctas.
Antes de culpar a los distintos gobiernos o a las instituciones educativas de todas las desgracias que están aconteciendo, busquemos más cerca, porque la educación empieza por casa. Además de exigir el 4% del PIB para la educación nacional, debemos dar el 100% para la de nuestros hogares!!!
Uno a uno procuremos hacer la diferencia, y hagámoslo Ya!!!