Muchas veces consideramos que la vida debe ser perfecta, que la armonía debe perdurar en todo momento, y tal como nos enseñaron de chiquitos, todo debe ser color de rosas. Y, cuando nos toca despertar de ese cuento, nos damos cuenta que en la vida nada es perfecto ni puede serlo, y esto es precisamente lo hermoso y “perfecto” de la vida, con todo lo que trae consigo y en todas sus circunstancias.
Es cuando allí nos toca darnos cuenta, y asumir, que debemos aprender a aceptar, cada circunstancia, cada emoción, cada experiencia vivida, porque de eso se trata vivir, de aceptar que no podemos controlar todo.
Si aún te cuesta aceptar esto, estas son algunas razones que te pueden ayudar a aceptar tus circunstancias:
- Aceptar nos libera. Aunque nos duela, la mejor decisión es aceptar la circunstancia tal y como se nos está presentando, sin poner resistencia, dejando que la situación fluya, fluyendo nosotros con ella. Buscamos desesperadamente controlar la situación, sin darnos cuenta a veces que nos estamos haciendo daño. La resistencia nos mantiene pegados al dolor. El verdadero proceso de paz comienza cuando aceptamos que hay ciertas cosas que no podemos cambiar, que deben y son así, que han de suceder aun cuando nos traigan desasosiego. Es parte del proceso que debemos vivir.
- La falta de aceptación nos enferma. El querer cambiar las circunstancias o no aceptarlas nos mantiene junto al miedo, y donde hay temor no hay sanidad. Liberarnos del temor, es necesario a fin de que nos permitamos salir de esas emociones que no sólo enferman nuestra mente, sino que también nuestro cuerpo. Aceptar implica, sentir la rabia, ira o tristeza cuando éstas se acerquen. No podemos quedarnos estacionados allí, porque podemos estar seguros que todo cambiará, pero esto también es una decisión personal. Cuando te decidas a cambiar, la vida te sorprenderá con su alegría, amor y dulzura.
- Aceptar trae consigo nuevas posibilidades y realidades. Muchas veces consideramos ciertos acontecimientos, como circunstancias que no debían suceder, o que retrasan nuestro camino. Nos cuesta entender que a veces situaciones distintas pueden llevarnos a escenarios y caminos mejores que los que transitábamos. Permitamos que la vida también nos ayude a hacer de esta experiencia un placer, recibiendo las circunstancias tal y como se nos presentan, quitándole la venda de dolor a nuestros ojos que no nos permite apreciar en su totalidad lo que nos está pasando.
- Lo mejor es lo que pasa. Esta frase en ocasiones pierde su importancia, pero es cierta. Cuando vemos como ha sido nuestra experiencia de vida, cada circunstancia por la que hemos pasado, aquella decisión, aquel momento que para nosotros fue difícil tomar o aceptar, podemos reflexionar sobre lo que fue mejor para nosotros y para nuestro crecimiento. Lo que nos pasó resultó ser el hoy que presenciamos. Y al final de cuentas, es el mejor hoy que podemos tener.
Aceptar que todo es transitorio, que nada es constante, nos ayudará a vivir en mayor armonía y paz con nosotros mismos, sabiendo de ante mano, que cada experiencia, permite superarnos como seres humanos, y nos ayudará a vivir en paz con nosotros mismos.