El 14 de noviembre (14-N) se ha convocado una Huelga General. Como nos gustan los juegos de palabras, hay quien habla de 14 razones para secundar el 14-N. Seguro que hay quién tiene 14 o muchas más razones para apoyar la huelga, incluida la de no poder hacerla. A mí con cuatro me bastan. Las comento por si todavía hay quién no está convencido de la necesidad de que el 14-N sea un éxito.
1ª. Para decir ¡Basta ya! a la política económica neoliberal que está deprimiendo el país, empobreciendo a la población, desmantelando lo público, privatizando el patrimonio colectivo y arrasando los derechos laborales y el estado social. Su resultado no es otro que más pobres y más millonarios al mismo tiempo.
Nunca se habían producido tan graves agresiones a los derechos de la ciudadanía. Y tantas, a la vez, que es necesario recordarlas para que no se nos olviden: más de un 20% de la población en situación de pobreza; 6 millones de parados y millones de precarios; reforma laboral con despido más fácil y más barato y hachazo a los convenios; recortes en educación y sanidad, privatización de hospitales; despido de decenas de miles de interinos; supresión de ayudas sociales, a la dependencia, investigación, becas, etc.; reducción salarial y supresión de pagas extras; subida de impuestos (IVA, IRPF) y amnistía fiscal para los delincuentes de guante blanco; desahucios de viviendas y de vidas que quedan rotas y condenadas a la calle.
Si no te ves reflejado en alguna medida como afectado directo, trabajador o usuario, puedes ir a trabajar. Eres de esa exigua minoría privilegiada y Rajoy te apuntará a beneficio de su inventario.
Pero si te afectan las medidas directa o indirectamente (Metroscopia dice que un 86% de los españoles tiene en su familia o círculo cercano, algún parado), si eres solidario/a como toda buena persona, haz huelga, sal a la calle y no te quedes en casa. En el fondo se trata de organizar la máxima resistencia ante los ataques.
2ª. Para que no nos roben el futuro. Peor, incluso, que los recortes y agresiones es la falta de horizontes y de perspectivas de mejora. Quieren dejarnos resignados y desarmados. Y lo hacen al intentar cargarse la educación pública, la investigación y el desarrollo, al negar la participación a la ciudadanía, al manipular el poder político una oligarquía económica-financiera y de los grandes partidos y medios de comunicación.
Esto explica, por ejemplo, la saña de la ofensiva contra una educación pública de calidad. En la lógica neoliberal, no interesa gastar en formación para crear ciudadanos críticos, responsables, comprometidos. Ni para empujar después a la juventud más brillante y preparada de nuestra historia a que se vayan del país, presentando la emigración como si fuera una fiesta. Porque todo tiene coherencia, el sistema educativo, el mercado de trabajo y el modelo de sociedad al que nos quieren llevar: excelencia para unos pocos y el resto peones y trabajadores precarios y mal pagados en una sociedad cada vez más dual y polarizada.
Lo peor no es lo que nos quitan ahora, sino la falta de expectativas de recuperación, de mejoras, de sueños. Su pretensión de instalarnos en la pasividad y en la autoculpabilización. Pero no, nosotros no somos culpables de este destino, tenemos derecho a una sociedad más justa y más democrática. Y si el sistema no funciona, entonces habrá que cambiarlo entre toda la ciudadanía, porque para mantener los beneficios de unos pocos no se puede sacrificar a la gran mayoría.
Tenemos claro que la prioridad son las personas, no los bancos. La ciudadanía que no se resigna, los trabajadores con conciencia, toda persona de bien, no puede faltar a la huelga general del 14 de noviembre. Para que no nos roben el futuro ni al país ni a los jóvenes. En el fondo se trata de elaborar una estrategia de recuperación de los derechos.
3ª. Para echar a los responsables de esta estafa, más temprano que tarde. Para que no les salgan gratis las agresiones y no haya impunidad. Hay que ser coherentes con las consignas del llamamiento a la huelga. Se dice: ”Hay culpables”. Y claro que los hay. Si no, cómo se explica que los consejeros de Bankia que han declarado ante el juez digan que no sabían nada de la estafa, cuando cobraban como si lo supieran todo ¡2,2 millones de euros sólo en 2011! Y no sólo hay culpables aquí, también lo son el Banco Central Europeo, la troika, los gobiernos neoliberales de turno y, especialmente, Ángela Merkel que, como dice mi amigo alemán, es la principal responsable del desastre que está padeciendo el todo el sur de Europa.
Por eso la huelga y las movilizaciones son europeas, convocadas por la Confederación Europea de Sindicatos a nivel continental, y luego en cada país por multitud de organizaciones sociales y ciudadanas. Es el caso de España, donde convocan desde todos los sindicatos a la cumbre social que agrupa a centenar y medio de organizaciones, o al movimiento 15-M y 25-S que llaman a secundar la acción.
El 14-N, además del carácter europeo, tiene otras dimensiones. Es una huelga laboral y ciudadana, para paralizar los centros de trabajo y el consumo. De tal manera que ese día ni se vende ni se compra. Y las calles se deberán llenar de multitudes de ciudadanos y ciudadanas que demuestren su determinación para oponerse a esta política suicida para este país y para sus gentes. En el fondo se trata de responsabilizar y que paguen los culpables lo que están haciendo.
4ª. Por dignidad como trabajadores y ciudadanos. Porque nos toca hacer la huelga a los que podemos, por esos 6 millones de despedidos y parados que no la pueden hacer, aunque saldrán a las calles.
Porque un pueblo pasivo es un pueblo de bueyes, que permite que le sigan apretando el yugo. Y nosotros no lo somos y no nos callamos. Y es que lo más grave no es la injusticia y la actuación de los amigos de las sombras, sino el silencio de las buenas personas. Por ello, hay que movilizarse el 14-N y no esperar a que Rajoy nos dé las gracias mañana por nuestro silencio.
En el fondo se trata de respetarnos a nosotros mismos, haciendo lo que creemos que hay que hacer. Porque, como dice el personaje de aquella maravillosa película de Mark Herman Tocando el viento: “cuando se acaba la esperanza, quedan los principios”. Efectivamente, es una cuestión de dignidad.
(*) Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid). Fue secretario de Acción Sindical de CCOO de 1977 a 1996.
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