By Mario Dehter
Tips para Emprender
Si la única manera de ser un empresario es ser el hijo de un millonario y estudiar en Harvard como Bill Gates, Amancio Ortega no hubiera podido fundar Inditex y llegar a ser el hombre más rico de Europa —y ahora más rico que Gates— considerando que cuando tenía 14 años, en 1950, era empleado del menor rango en una tienda de ropa en La Coruña.
Dicen los expertos que si todo fuera cuestión de tener algún rasgo de personalidad especial para ser emprendedor, si tú eres una persona con el indiscreto coraje de Ted Turner, sería natural que fundes una empresa como CNN desde “la nada”.
Hay que romper los mitos sobre la naturaleza emprendedora para poder emprender.
Cuando lees “emprendedor”, ¿qué imagen se crea en tu mente? ¿La de Steve Jobs, Andy Freyre, Jesús Encinar u otros? También hay muchos casos de emblemáticos emprendedores encarnados por mujeres. Ninguno de esos casos excepcionales puede ser considerado como unparadigma.
Si para fundar una empresa exitosa fueran necesarios rasgos especiales de personalidad: habría que ser un tímido geek, temeroso de acercarse a las mujeres, para poder crear algo como Facebook.
A través del tiempo, y a medida que se multiplican escenarios tan inciertos como los que estamos “padeciendo”, comienzo a renegar de los modelos teóricos en los que he creído y postulado con convicción durante varios años.
Cada vez más, abandono la idea que exista un perfil emprendedor definido por una decena de rasgos de comportamiento como se argumentó a partir de 1960 en base a la Teoría de la Necesidad de Logrode David McClelland.
Existen múltiples tipos de personalidades que pueden convertirse en exitosos empresarios. Cuando observamos las características de muchos empresarios, podemos comprobar que pueden ser personas muy sociables o ser muy tímidas. Pueden ser pensadores muy flexibles, líderes muy carismáticos, o pueden ser personas obsesivas fanáticas del mando y el control.
También hay que reconocer el valor relativo que —sobre todo en el ámbito académico— se le asigna al “plan de negocios”; muchos casos que hoy conocemos como empresas exitosas han comenzado con un boceto en el reverso de una servilleta de papel o menos que eso.
Si formular un plan sistémico de lo que hay que hacer inhibe tu creatividad atrévete a discutir la idea con personas expertas en el sector de actividad en el que piensas emprender y pide ayuda para que te ayuden a estimar los riesgos y a establecer las mejores estrategias.
Tip 1. Crear un enfoque estratégico efectivo; consiste en ver cómo se puede influir en tu propio mundo: responder a la pregunta “¿qué puedo hacer con los recursos que tengo en la mano o puedo conseguir con facilidad?”; en lugar de imaginar un objetivo ideal final y planificar cómo llegar a él.
Tip 2. Ser un pensador eficaz. Aprender a darse cuenta que eres tú quien conduce tu emprendimiento. No es algo obvio; el fracaso puede ser parte del éxito y no reconocer que los fallos se fundan en errores de las decisiones que se toman (suponiendo que los fracasos son consecuencias de factores fuera del control) impide aprender que pese a los errores se puede seguir avanzando.
Tip 3. Estar dispuesto a sorprenderse. Es bueno jugar con situaciones inesperadas y cambiar rápidamente de actitud e incluso la orientación (sin perder la visión de lo que vamos a hacer con lo que tenemos y podemos hacer); así se pueden descubrir y aprovechar nuevas oportunidades.
Tip 4. Reducir al mínimo el aspecto nocivo de los riesgos. Los “grandes” empresarios no toman grandes riesgos. Desde los primeros pasos cuando se emprende un nuevo negocio y a medida que se va desarrollando y consolidando vive en un estado de “si va bien: tú ganas, si va mal: no pierdas demasiado”.