Revista Cultura y Ocio

40, el musical

Por Juliobravo

40, el musical

Mi sobrino Pablo me llevó este fin de semana a ver de nuevo 40, el musical. Había motivos para volver al Rialto; el principal, ver a las caras nuevas en el reparto, especialmente Beatriz Ros (que encarna ahora a Laura, personaje que estrenó María Blanco) y Javier Godino (Joaquín, papel creado por Adrián Lastra).

La historia sigue haciendo aguas, especialmente en la primera parte, pero el espectáculo ha mejorado sensiblemente, con un final que ya no enfría súbitamente al público. Se ha añadido una canción de Black Eyed Peas, I gotta feeling, que se canta dos veces y que eleva la temperatura del patio de butacas al final del espectáculo, que el público de la función del sábado por la tarde vivió puesto en pie y acompañando a los intérpretes con sus palmadas.

Hay interpretaciones, lógicamente, mucho más matizadas (Pablo Puyol ya no se pasa todo el segundo acto gritando), y tanto Beatriz Ros como Javier Godino ponen su talento al servicio de unos personajes de cartón piedra (como el resto), que defienden con entusiasmo y voces llenas de calidad. Por contra, el cuerpo de baile (las coreografías no son un gran apoyo en esta función) me pareció poco brillante.


Me sigue sorprendiendo el público, que acude al teatro, en líneas generales, como si asistiera a un concierto. Ya desde los primeros compases de la Obertura, con el Monday, Monday, de The Mamas and the Papas había quien aplaudía acompasadamente, con un entusiasmo entre admirable y sospechoso.

Desde el escenario, además, se fomenta esa participación y el personaje de Javier Godino busca en varias ocasiones la complicidad y el aliento del público (en el teatro, según mi opinión, hay que conseguirlo y no pedirlo).

Y al final, con el telón descendido y los intérpretes camino de sus camerinos para tomar aliento antes de la segunda función (la obra exige un gran desgaste energético por su parte), el público empezó a exigir "¡Otra, Otra!" y raro fue que alguien no encendiera un mechero y lo meciera en el aire.

No tengo nada en contra de los musicales jukebox, aunque no sea muy partidario de la fórmula. Hay ejemplos ("Mamma Mia!") que han demostrado que se puede tejer una historia inteligente e ingeniosa en torno a un puñado de canciones. Todo es cuestión de trabajar en ello.


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