Revista Comunicación

4.000 años saqueando

Por Barracuda Comespam @comespam
Sustraer, robar, acceder a propiedades ajenas ha sido uno de los grandes objetivos que se ha propuesto la humanidad desde su creación, como si de un reto se tratase. Los ladrones han tenido la capacidad de saquear, profanar y expoliar desde tumbas hasta cámaras acorazadas, basándose siempre en el mismo objetivo: robar, apoderarse rápidamente de un bien para obtener el máximo beneficio económico, sin ser descubiertos. En el Antiguo Egipto, hace mas de 4000 años nació el segundo oficio más antiguo del mundo: el robo. Los reyes del antiguo Egipto eran enterrados acompañados de impresionantes tesoros, no solo el más conocido descubierto Tutankhamon, si no todos en general. El país tiene en la actualidad cientos de tumbas sin descubrir. Uno de los grandes hallazgos arqueológicos mundiales fue el de Howarth Carter cuando dio con la tumba del faraón mas envidiado del mundo. El mismo equipo en su afán de cubrir sus expectativas y a punto de abandonar las tareas tras largos años de trabajo, quiso reivindicar su ambicion con el descubrimiento y por que no, la profanación de un espacio repleto de tesoros cuyo resultado final nadie pudo juzgar posteriormente encontrando a faltar este o aquel objeto, en la tumba se quedo también la información correspondiente al propio saqueo realizado por el grupo arqueológico, nadie sabe con que se quedaron, si se apropiaron de objetos antes de ver la luz y ser publicado.
El descubrimiento de la tumbas egipcias nos ha proporcionado información muy útil a la humanidad, nos ha permitido estudiar una civilización que dejo escrito su conocimiento de que el año tenia 365 dias y los mas avanzados cálculos geométricos, trigonométricos o de algebra.
Tal cantidad de información almacenada entre las piedras, rocas y arenas del fascinante paisaje de Egipto, dio lugar a robos de tesoros; acceder a la información de forma impune, robar objetos que van desde piedras hasta jerogificos, papiros, oro y piedras preciosas o momias se convirtió en un oficio. Los ladrones saqueaban las tumbas apoderándose del mayor numero de tesoros para revenderlos a precios a menudo inferiores de su valor real, las tumbas eran objetivos fáciles, rapidos y se pagaban bien. Nunca actuaban solos, se trataba de un equipo bien organizado de individuos que sabían perfectamente que buscaban y como sacarlo. No era tarea fácil, quien haya estado ha comprobado que el acceso al interior de una pirámide o una tumba es difícil: pasillos donde el caminar ha de ser curvado, sin ventilación, de dimensiones interminables, con galerías de confusión… es imaginable como pudieron sacar del interior los tesoros, trabajaban en equipo y sabían como no ser alcanzados por los vigilantes.
Los ladrones de tumbas trabajaban con total impunidad, a menudo ofreciendo sobornos a los perseguidores o escondiéndose, ellos y sus tesoros, en lugares inaccesibles y desconocidos.
En la actualidad los ordenadores son inmensas fuentes de información. Almacenamos cantidades astronómicas de datos que no eliminamos, que publicamos, compartimos, vendemos, compramos, recuperamos y ofrecemos a terceros sin saber analizar cual será su destino final. Las tumbas actuales son nuestras maquinas, las que forman estructuras de redes y los ladrones están vigilando cualquier movimiento para saquear, expoliar, profanar y robar la máxima cantidad de datos con el objetivo de revenderlos y obtener beneficios económicos.
La protección existe, la seguridadad también. La seguridad absoluta no se conoce pero si la máxima protección que nos permita ser razonables con el manejo de nuestra información.
Y ser razonable, teniendo en cuenta que tenemos miles de ejemplos documentados sucedidos hace mas de 4.000 años, significa tener la máxima precaución y evitar riesgos innecesarios cuando trabajamos con uno de los activos mas valiosos: nuestros datos. Posiblemente, haciendo eco de su elevada inteligencia, la civilización del antiguo Egipto no hubiera enterrado al faraón o al noble junto a sus tesoros de saber que habrían sido robados por ladrones.
Ellos no tenían un punto de partida ni un ejemplo a seguir, nosotros, después de 4.000 años, deberíamos haber aprendido un poco más.
Articulo publicado en La Vanguardia, http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100916/imp_54004338401.html

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