Ceremonia de los Juegos Árabes de 2011 / Isabell Schulz
Será en Qatar, donde ya han muerto 1.200 personas en la construcción de los estadios del Mundial 2022. Una media de 24 al día, y hay datos que se desconocen. El pico llega en agosto, con el calor: 27 al día. Son las estimaciones que hace la Confederación Sindical Internacional en el informe The Case Against Qatar. Con estas denuncias, ¿por qué no pierde Qatar el Mundial? O, al menos, ¿por qué no recibe un toque de atención público de la FIFA?
Porque al adjudicarlo nadie pensó en los cientos de nepalíes, indios o paquistaníes que se verían obligados a trabajar en las obras con unas condiciones laborales míseras. Porque a la hora de conceder el honor de albergar el mayor espectáculo del mundo, la FIFA, la organización internacional que gestiona el fútbol, no tiene la obligación de responder ante nadie; es decir, ningún organismo superior controla sus actividades, si respeta los derechos humanos o no. Así la entidad sólo mira su bolsillo.
Corruptelas del fútbol
En enero de 2013, la revista France Football publicaba un reportaje en el que denunciaba que Qatar compró los votos de los países de la FIFA para conseguir el Mundial. Entre ellos, Francia y España. En el caso de Francia, Michel Platini, el famoso futbolista y presidente de la UEFA desde 2007, habría facilitado la negociación entre Sarkozy, entonces presidente de la República, y Sheikh Hamad Al Thani, emir de Qatar. ¿Cómo? Sarkozy organizó la cena en el Elíseo e invitó a Platini, con lo que quedaba suficientemente claro a quién había que votar sin decirlo, como admitió el propio Platini en una entrevista con As.
Las consecuencias de votar a Qatar empezaron a verse rápido. Por un lado, Qatar compró el Paris Saint Germain a través de Qatar Investment Authority, que se convirtió en el único accionista después de comprar el 30% restante a Colony Capital y Butler Capital Partners. Por otro, la cadena de televisión Al Jazeera adquirió los derechos audiovisuales de la liga gala, que con precios desorbitados sólo pueden comprar cadenas más que ricas. Lo primero fue un favor personal, una espinita que tenía clavada el amigo Platini. Lo segundo fue una maniobra perfecta para acabar con la competencia más crítica con Monsieur le Président: hundir Canal Plus.
En España todo es más de andar por casa. A cambio del voto de Ángel María Villar, presidente de la federación española, Qatar pagaría 3 millones de euros por un amistoso entre España y Uruguay en Doha. España, campeona del mundo, suele cobrar unos 2,5 millones por partido amistoso, así que el precio no se fue mucho del caché. Vendemos los votos baratos. Más espinosa es la relación con el Barça. Aunque no tiene nada que ver con la FIFA, France Football cree que los contratos del expresidente del equipo, Sandro Rosell, con Qatar, son “intrigantes y no inocentes”.
Esclavitud
Oriente Medio merece tener un mundial. Es cierto. Pero los mundiales se juegan desde 1930 en junio y julio. Durante esas fechas, en Qatar, pleno desierto, se alcanzan los 50 grados con facilidad. Se empieza a sopesar la posibilidad de celebrarlo en invierno y la verdad es que no estaría mal -para los súper fans occidentales sí, porque será mucho más difícil coger vacaciones en esas fechas-, pero es una prueba más de lo poco que se ha pensado en las consecuencias antes de tomar la decisión.
Con ese calor trabajan miles de obreros, en condiciones que sobrepasan la esclavitud. La CSI denuncia que más de la mitad no tienen la tarjeta sanitaria, esencial para acceder a los hospitales públicos, el 21% rara vez percibe su salario a tiempo, o que el 15% se ha encontrado con un trabajo diferente al prometido. Y lo más preocupante es que el 90% no puede salir del país porque sus empleadores les retienen el pasaporte o no les conceden la visa de salida. Es el caso de un futbolista francés, Zahir Belounis, que no consigue que su equipo, Al-Jaish, le conceda la visa después de que denunciara impagos. Se hizo famoso por escribir una carta a Guardiola y Zidane para que intercedieran por él y los miles de trabajadores en su circunstancia. Porque sí, bingo, Guardiola y Zidane también están en el ajo: fueron embajadores de la candidatura catarí (tan lógica su relación con el país como la de jugar un España-Uruguay en la capital del Golfo).
¿Sabéis qué es lo peor? Que no haremos nada. Iremos al Mundial y lo celebraremos o lloraremos como cualquier otro. Como vamos a la liga y apoyamos al Madrid o al Barça. Porque esos negocios no inocentes de Rosell implican un patrocinio de Qatar Airways de 166 millones de euros durante cinco temporadas. Y una prima de cinco millones más si el equipo catalán consigue alguna Liga de Campeones. ¿Quién va a rebelarse contra eso?
Son ellos los que juegan. Nosotros somos los muñecos del futbolín.
ESPERANZA ESCRIBANO
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