Lo ocurrido ayer en Monterrey es terrorismo. Punto. Por primera vez, el Presidente Calderón así lo ha reconocido. El ataque implicó el uso de la violencia de forma indiscriminada contra la población para generar miedo colectivo. Como siempre pasa en estos casos, nuestras autoridades rápidamente se llenaron la boca con declaraciones huecas: “llegaremos hasta las últimas consecuencias”, “no descansaremos hasta dar con los responsables y regresar la tranquilidad a los neoleoneses”, “son hechos aislados”, “este delito no puede quedar impune”. Sin embargo, cabe destacar una vez más su irresponsabilidad y la simulación: la culpa es de la Federación; no, es del municipio; del gobernador… se apresuran a echarse la pelota unos a otros.
Ayer fue Monterrey, la semana pasada Torreón, antes San Fernando o Ciudad Juárez… la violencia lejos de disminuir, aumenta. De seguir las cosas así, se calcula que el sexenio terminará con más de 70 mil muertes como resultado de la “batalla en contra del crimen organizado”. Lejos de los tres días de luto nacional, deberíamos pensar seriamente en los 4038 días de luto que representan esas muertes. Sí, más de once años. En este momento debería retumbar en Nuevo León –y en Michoacán, y en Ciudad Juárez, y…– el eco de un padre herido por la pérdida irreparable de un hijo, que clamaba “si no pueden renuncien”. Hora cumplida, escribió no hace tantos años Octavio Paz.
Publicado el 26 de agosto de 2011 en “30 voces frente la tragedia“, SinEmbargo.mx, 26 de agosto de 2011.