En el lugar donde trabajo, también lo hacen extranjeros tales como polacos, rumanos, cubanos, etc. Todas estas personas llegaron de sus países a Cataluña, para realizar trabajos de infraestructura subterránea como personal subcontratado en la empresa de la cual formo parte. Tal día como hoy, hace ya unos doce años, en el que empezaba el turno de mañana, estaba vistiéndome con la equipación correspondiente, cuando fui casual oyente del diálogo que se dio lugar en las proximidades de mi taquilla, entre el polaco subcontratado Ulfulfio (así lo menciono para preservar su identidad) y su mando inmediato.
Transcribo exacta y fidedignamente el insólito, escueto e inolvidable intercambio de palabras:
—¡Por favor, no me hagas bajar! ¡Hoy no me hagas bajar!
—A ver, Ulfulfio, qué coño pasa que no puedes bajar. A ver...
—¡Hoy no puedo bajar! ¡Tú entender! ¡He tomado alcohol, pastillas, todo!
—¡Joder, y si estás mal «pa qué» coño vienes! ¡«Pa qué»! ¡Hostia puta!
—¡Aaaaaaaaaaaaah, cago en puta de oro! ¡Curvaaaaaa! ¡Yo doy cara! ¡Yo doy cara!
En los días que siguieron, ya no volví a ver a Ulfulfio por ninguna de las inmediaciones de la empresa, ya fueran de fondo o superficie.