Autor: Apuleyo ¿Por qué hay que ser solidario?, me plantea de repente un colega tras mencionarle una iniciativa de la ONG 'Médicos Sin Fronteras' a la cual me referiré más adelante.
Lo cierto es que me indujo a reflexionar sobre el concepto de solidaridad y sobre el porqué tenemos comportamientos altruistas, cuando parece que en nuestra relación con los demás, primamos casi siempre la búsqueda de algún tipo de beneficio propio. O sea: damos, por norma, sólo con el afán de que nos den, e incluso algunos sólo entregan si previamente han sido favorecidos.
Dar a cambio de nada, quizá sólo del beneficio inmaterial de aumentar nuestro autoconcepto moral, es un gran gesto y lo que convierte a la solidaridad en uno de los grandes valores universales.
No podría explicar con argumentos incontestables el porqué hay que ser solidarios, sólo siento que hemos de serlo siempre que haya ocasión. Tal vez porque no somos una isla en mitad del Pacífico y más bien nos asemejamos a un barco en permanente travesía en el que toda la tripulación está de alguna forma conectada y, por tanto, los problemas de otros, lo son también nuestros, y su bienestar redunda en que la singladura 'de todos' llegue a buen fin.
Quizá porque nos une, sigo con la alegoría, una especie de código marinero en el que está escrito que hay que resarcir la injusticia y reparar los agravios. De igual forma, porque todo el mundo merece las mismas oportunidades y entre ellas y la primera: el derecho a ser feliz. Quizá sea porque compartir la carga y mitigar el dolor, es de lo más útil que podamos hacer estando por aquí.
Ser solidario es también creer (a pesar de las apariencias) en que las cosas y los hechos, pueden ser distintos de cómo son y que ayudar, aunque sea con un pequeño gesto, incide en una mejora de cualquier situación. Implica, para terminar y según lo entiendo yo, lejos de credos, religiones e ideologías, el compromiso con otro ser humano, y por ello no han de ser filtradas bajo criterio de nuestro ideario las causas que debemos apoyar; sólo hay que fijarse en si alguien está sufriendo y no si ese sufrimiento coincide con nuestra doctrina.
Desde las pasadas Navidades se venden en todas las farmacias de España, ignoro si en otros países también, unas pastillas muy especiales. Tan especiales, que en vez de curar a quien las ingiere, curan a otros. Se llaman: "Pastillas contra el dolor ajeno".
'Médicos Sin Fronteras' vende estas pastillas, a un precio de 1€, para que, con la recaudación, se pueda tratar a millones de personas que sufren enfermedades olvidadas, tales como la enfermedad del sueño, el chagas, el sida infantil, el kala azar, la tuberculosis, o la malaria; enfermedades que a nosotros no nos afectan, pero que en el tercer mundo causan estragos.
Así que, si os decidís, por 1€ os venderán seis pastillas (en realidad son caramelos de mentol) con las que ayudaréis a tratar la enfermedad de quienes no pueden pagarse sus propias medicinas.http://www.msf.es/pastillascontraeldolorajeno/compralas.php
Reflexión final: “Lo que hacemos por nosotros mismos, muere con nosotros, lo que hacemos por los demás y por el mundo, permanece y es inmortal.” (Albert Paint)
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