Hace tan solo unos pocos meses de los últimos y tumultuosos premios Oscars, en donde Will Smith recogía el premio al mejor actor por interpretar al padre de Venus y Serena Williams en el film deportivo: El método Williams. Un film bastante descafeinado en cuanto a épica deportiva se refiere y que en su último tramo villaniza a la tenista Arantxha Sánchez Vicario en la final del US Open 1998, frente a Venus Williams, dejando la marca España por los suelos. Por esto, – entre otras muchas razones que ahora me comprometo a explicar – el film de Àlex Murrull y Dani de la Orden sobre la selección española de Waterpolo que ganó el oro en las Olimpiadas de Atlanta de 1996, no es solo la mejor representación cinematográfica de la épica deportiva en nuestro país, es también y sobre todo la recuperación y enaltecimiento de la auténtica marca España. Una marca que no habla de la separación, ni de política, ni de ideologías, sino del respeto, la perseverancia y el orgullo.
Es sensacional cuando vemos que el cine español es capaz siempre de sorprendernos. Hasta el momento, al menos, el cine deportivo ha sido siempre una deuda pendiente y un género por tocar. Siempre me ha parecido raro que en un país en donde la pasión por el fútbol mueve a la sociedad más que cualquier otra cosa, no haya una tradición de cine deportivo a la altura de su afición. No es que sea un género que personalmente me apasione, pero es cierto que cuando una película deportiva está rodada en base a un patrón clásico que funciona, el resultado es cuanto menos emocionante. Pero curiosamente no ha sido el fútbol, sino el waterpolo, el deporte que nos ha dado la mejor película deportiva rodada en nuestro país y sin duda una de las mejores del cine europeo de los últimos años.
42 Segundos está rodada francamente bien y relata con un control sensacional del ritmo y el tempo narrativo la épica cruzada de la selección española de waterpolo de las Olimpiadas de 1992. Una epopeya deportiva que tuvo lugar gracias a la capitanía del catalán Manel Estiarte (interpretado por un entregadisimo Álvaro Cervantes) y del jugador madrileño Pedro García Aguado (interpretado por un hipnótico Jaime Lorente) que se convertiría en leyenda deportiva unos pocos años después en las Olimpiadas de Atlanta. El film rodado mano a mano por Àlex Murrull y Dani de la Orden representa los mejores tópicos de este género logrando emocionantes escenas de gran factura audiovisual y un clímax final realmente que funciona con una fuerza sorprendente demostrando que aquí en nuestro país también se hacen buenas películas a la altura de nuestros mejores deportistas.
Quizá como consecuencia de tener una dirección realizada a dos manos o mejor dicho a cuatro, el resultado es una película muy completa que alberga a la par la emoción del deporte y el drama personal de sus protagonistas antes y después de la victoria. 42 Segundos habla sobre el deporte sano y la competición como forma de vida, pero también sobre la superación personal y sobre cómo dejarse ayudar por las personas adecuadas. Es sabido por todos que la película de Álex y Dani es también la película “biográfica” de Pedro García Aguado y de cómo éste consiguió salir de los infiernos de la droga y dignificó el deporte español, pero afortunadamente está rodado evitando cualquier edulcoración y sin delimitar a la película. Ésta es su historia, pero también la de Manel Estiarte y la de una selección olímpica que hizo Historia.
El buen dominio de lo visual a cargo de la fotografía de Pau Castejón y en especial un excelente montaje, se unen a una emocionante BSO compuesta por Oscar Araujo y a los titanes de Álvaro Cervantes y Jaime Lorente para hacer que 42 Segundos sea una de esas películas que cuando acaban te dejan con ganas de aplaudir. Un film rabiosamente entretenido, emocionante y con una excelente lección de la mejor épica deportiva a cargo de dos directores que han hecho muy bien su trabajo.
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