Leopoldo María Panero, Infierno y paraíso
Cada nuevo treinta del nuevo año
mis años se me hacen viejos.Plúmbeo saco de huesos acarreando la derrota arcana
inherente a la errata de haber nacido.
Sacando cuentas como un fantasma de inventario
en la Casa Usher de mi desvencijada memoriaconstato tan solo haber vivido
un fugaz instante de difusa realidad.
Ya no me interesa que se esconde
tras esquinas de vientodonde los sueños son sicarios de la esperanza
que cortan con avidez de oxido.
Juro que una vez
estuve a punto de morder el fulgor.Pero a estas alturas Rimbaud
llevaba un lustro muerto tras profetizar la amargura.
(tampoco nadie regresa intacto tras una temporada en el paraíso)
Ya he dejado de acumular cadáveres coartadas imposturas
tan solo anhelo el coraje necesariopara detener la hemorragia.
(de nombres que detienen la cuchilla que detiene la hemorragia)
Guarecerme como un mendigo que desconfía de la magia
abrazarme al desastrecomo a un hermano leal y enfermizamente exacto
hasta estrangularnos.
