Los ilustrados sometieron en sus escritos a la sociedad y al hombre a un análisis científico, que prescindió de tradiciones y hechos presupuestos.
El hombre era para los ilustrados un ser social, dirigido por la razón, y que buscaba la felicidad. Esta se basa en el bienestar y se mide por la cantidad de riqueza. Los ilustrados creyeron que la sociedad entraría en una época de progreso indefinido, regido por la razón, la educación y la actividad económica.
Los ilustrados en España fueron una reducida minoría de pertenecientes a la clase de hidalgos o pequeña burguesía que ejercía profesiones liberales o cargos de funcionario.
En la primera generación de ilustrados destacaron el padre Feijoo, cuya obra se centró en la divulgación de la ciencia de Newton y en la crítica a los prejuicios tradicionales y las supersticiones (Teatro Crítico, 1726), y el padre Enrique Flórez. En la segunda mitad de siglo fueron los políticos Campomanes, Floridablanca, Aranda y Jovellanos. Sus obras de gobierno buscaron el desarrollo económico, el estudio de disciplinas científicas y la revalorización del trabajo.
El florecimiento de la cultura coincidió con el culto a las ciencias, que forjó una generación de figuras notabilísimas en todos los campos: Jorge Juan, Antonio de Ulloa, el botánico Casimiro Gómez Ortega, Celestino Mutis o Félix de Azara. En 1735 Antonio Ulloa y Jorge Juan encabezaron una expedición geodésica. En 1775-1779 Mourelle de la Rúa llegaba hasta las costas de Alaska. Y en 1788 se produjo la expedición de Malaespina.
Y en el campo de la literatura y el arte destacan las figuras de José Cadalso (Cartas Marruecas), Moratín (El sí de las niñas) y Goya (Los fusilamientos de Príncipe Pio).
Los ilustrados tuvieron diversos enfrentamientos con la Inquisición, siempre pendiente de cualquier desvío de la ortodoxia, y con la orden de los Jesuitas, que monopolizaban la educación española. En 1767, Aranda, consiguió que Carlos III los expulsase de los territorios españoles y americanos. La Cultura:
La decadencia de las universidades en el siglo XVIII se vio compensada por la aparición de centros científicos muy diversos durante el reinado de Felipe V (1700-1746). Para ello, creó la Real Academia de la Lengua (1714), la Real Academia de Medicina (1734), la de Farmacia (1737), la de la Historia (1738) o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1744). Cuyos miembros discutían problemas científicos y artísticos y establecieron normas.
Se creó también un jardín Botánico y el Observatorio astronómico en Madrid; Colegios de Medicina y Cirugía en Cádiz, Madrid y Barcelona y otros centros de enseñanza como el Real Seminario de Vergara, los Reales Estudios de San Isidro o el Instituto Asturiano.
Sin embargo, estos centros fueron siempre pocos y orientados solamente a las clases más altas. A finales del siglo XVIII en España la tasa de analfabetismo rondaba el 90% de la población.
Las Sociedades económicas de Amigos del País:
Los ilustrados se fueron agrupando en instituciones como las Sociedades económicas de Amigos del País. Centros de desarrollo cultural y económico que se fundaron en diversas provincias. La primera fue la Sociedad Bascongada, fundada en Guipúzcoa en 1763 por el conde de Peñaflorida. La más destacada fue la Sociedad Matritense (Madrid), fundada en 1775, con la participación de Campomanes y la protección de Carlos III. En 1789 se habían fundado 56, aunque solamente 23 llegaron a desarrollar una actividad importante.
Las sociedades elaboraron informes sobre agricultura, metalurgia, química. Analizaron nuevas ideas económicas y llegaron a proponer mejoras políticas y de gobierno. El reinado de Carlos III (1759-1788) Responde esencialmente al modelo del despotismo ilustrado “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Se aplicó por parte de un reducido número de políticos un programa de modernización: repoblación de territorios, mejora de las comunicaciones, cambios en el sistema universitario, mejoras higiénicas, reforma de la agricultura, liberalización del comercio Interior y con América, etc. Los cambios tuvieron una repercusión especial en Madrid, la cual por su papel de capital y sede de la corte tenía que convertirse en el centro y escaparate de la nueva política. Se acometieron obras como la Puerta de Alcalá, el eje Cibeles-Neptuno o el futuro Museo del Prado y el Observatorio astronómico (Juan de Villanueva).
Se formaron por todo el país Sociedades Económicas de Amigos del País, centros de desarrollo cultural y económico, pero cuyo máximo interés se centraba especialmente en todo lo que podía contribuir al desarrollo económico del país. La primera de ellas fue la Sociedad Bascongada (Guipúzcoa 1763) En 1775 se fundó en Madrid la Sociedad Matritense, que contó con el apoyo de Carlos II y Campomanes.
Las reformas propuestas contaron en numerosas ocasiones con la oposición de algunos sectores privilegiados y la incomprensión del pueblo. Ejemplo de ello es el motín de Esquilache (marzo 1766) que estalló en la capital por la oposición popular a las reformas, prohibición del uso del sobrero chambergo y la capa larga. El descontento realmente provenía del alza de los precios del trigo por las medidas liberalizadoras del año anterior y fue promovida por los enemigos políticos de Esquilache.
El programa político ilustrado se basaba en tres reformas. La del sistema fiscal, con la uniformización de los impuestos. La de la agricultura, con la elaboración de una ley agraria. Y la de la enseñanza superior, donde la Iglesia ejercía el monopolio.
El sistema fiscal presentaba una preocupante escasez de recursos, debido a la diversidad de impuestos, la existencia de numerosos privilegios y la escasa recaudación. Tras el éxito de los catastros en la Corona de Aragón (Talla o única contribución) se intentó extender a la Corona de Castilla. El marqués de la Ensenada, secretario de Hacienda de Fernando VI, ordenó la realización de un catastro en 1750. Sin embargo, su aprobación no se produjo por la oposición de los grupos privilegiados, dimitiendo el secretario en 1754. Carlos III intentó poner en práctica el proyecto pero la multitud de recursos y la fuerte oposición obligaron a abandonar la reforma fiscal.
La Hacienda pública seguía siendo deficitaria y para aumentar los ingresos se recurrió a los sistemas tradicionales. Se crearon nuevos monopolios y Compañías privilegiadas, se recurrió a los estancos, como el del mercurio, tabaco o sal, y se procedió a la emisión de deuda pública (vales reales) creándose en 1782 el Banco de San Carlos, precedente del actual Banco de España. Además en 1763 se introdujo la lotería.
Se repoblaron zonas deshabitadas y no cultivadas. De ese modo se favorecía el crecimiento de la producción agrícola y el aumento de población, que para los ilustrados eran las bases de la riqueza del país. Destaca Pablo de Olavide, intendente de Sevilla, el cual propició la creación de pueblos con campesinos de procedencia polaca o alemana (La Carolina)
En el último tercio del siglo XVIII se llevaron a cabo diversas medidas liberalizadoras de la economía:
- En 1765 se decreto la libertad de precios y circulación para los cereales, provocando el motín de Esquilache al año siguiente.
- En 1778 se aprobaba la libertad de comercio con la Indias para todos los puertos españoles, previamente se había trasladado la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz y luego se permitió a varios puertos el libre comercio.
- En 1783 se declaró la honradez de todas las profesiones.
- En 1790 se dio libertad para ejercer cualquier oficio sin tener que pasar el examen del gremio, previamente se había suprimido el sistema de control de los gremios sobre los métodos y técnicas de fabricación.