El azar es insolente y sutil. Carece de sentido y de ganas de encontrárselo. El azar, por ejemplo, de descubrir a finales de 2018 una canción genial de un disco pequeño del 2017 con un título enigmático que pertenece a otra canción enorme. 45 cerebros y un corazón, de Maria Arnal i Marcel Bagés. Y con su insolencia el azar te atrapa y te obsesiona. ¿Qué canta? ¿Qué cuenta? ¿A quién pertenecen esos cerebros y ese corazón?
El suelo los hizo suyos y nuestros / El cielo los tuvo vivos y muertos / Joyas de la desmemoria moderna / ¿quién se olvida, quién se acuerda? / 45 cerebros y un corazónLa canción alude a una noticia del 2016: el descubrimiento en una fosa común de la Guerra Civil en Burgos de 45 cerebros y un corazón momificados pertenecientes a algunos de los 104 cadáveres presentes en la fosa. El azar es insolente y sutil. La canción habla del azar necesario para que dos órganos tan frágiles como el cerebro y el corazón resistan 80 años. De la acidez del terreno elegido y la lluvia y el frío de aquel otoño del 36. De la insolencia de 45 cerebros y un corazón al aguantar 8 décadas hasta volver a ver la luz. La insolencia de los científicos, los forenses, los familiares, que no han dejado de buscarlos. La canción habla de la sutileza, de que precisamente sean 45 cerebros y un corazón. Cerebro y corazón, para muchos la residencia del alma. Muchos así lo creen, entre ellos los que cargaron los rifles y empuñaron las palas con la firme intención de hacer desaparecer aquello que creían inhumano, sin alma.
Después de ochenta años / En silencio Después de ocho décadas / Mientras yo canto / Mientras él toca / Mientras me escuchas / Mientras respiras / Mientras, durante, después / Siguen ahí