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454. En el vestuario

Publicado el 16 julio 2025 por Cabronidas @CabronidasXXI

    Pese a la ventilación diaria, el vestuario de la empresa en la que vendo mi tiempo huele mal durante todo el año. En verano, el tufo se intensifica hasta cotas inhumanas. La ropa no es la causante, porque disponemos siempre de limpia, y la sucia nos la lava con frecuencia una empresa externa desde que en el BOE se reconoció que las partículas de gasóleo son cancerígenas. De modo que no tenemos más que dejarla en unos cestos espaciosos ubicados en el interior de un contenedor de carga, que a su vez está fuera del vestuario.

    Lo que no se lavan son las botas de seguridad. Hay quienes las empapan en la ducha con el fin de reducir la pestilencia que desprenden, pero el efecto conseguido es mínimo y efímero. Con todo, las botas se quedan dentro de la taquilla o fuera de esta, pero en el vestuario. Por supuesto, las cambiamos cuando se han deteriorado por el uso. Pero como eso tampoco pasa por igual y a la vez, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año, tenemos aleteando por todo el vestuario al incansable ángel vengador de los pinreles muertos.

    El tiempo de exposición varía en función del rato que tardes en secarte y vestirte, así como de la distancia a cubrir entre tu taquilla y la puerta de entrada/salida. En mi caso, tengo que cruzar casi todo el vestuario, así que lo hago a paso ligero y en tan solo diez u once segundos. No parece mucho tiempo si descontextualizamos el dato, pero el suficiente para sentirme como si hubiera transitado por la gruta más hedionda de Mordor.



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