A Mérida
siempre vuelvo.
Siempre he de volver, por lejos que esté.
Allí me llevan mis sueños y ensoñaciones.
En sus cielos está sembrado mi corazón.
A Mérida siempre voy porque la llevo dentro.
Sus plazas, sus jardines, mi casa en La Parroquia...
Mérida es mi infancia feliz por las calles de La Parroquia con una olla de aluminio al brazo llena de los pasteles de mamá para vender de casa en casa.
A Mérida vuelvo al ver una perra callejera blanca.
Como aquella "Putica" que se pavoneaba en la plaza.
A Mérida me llevan cada día los recuerdos
Los sueños, la memoria.
Un día gris es la niebla merideña.
Un riachuelo es el Albarregas cuyo rumor entraba por mi ventana en las noches.
Una cala roja, es Milla, donde Las Rojas
Con el traqueteo de sus máquinas de coser
Ucha tallando ovejas en anime y Tata haciéndome un pantalón...