Revista Cultura y Ocio
El 3 de julio de 1971, el corazón de Jim Morrison, líder de The Doors, la banda de Los Ángeles, dejaba de latir en París. Es evidente que la mitología alrededor de su muerte se hizo rápida, pero su vida excesiva en todo, castigando a su cuerpo, le pasó factura después de beberse y meterse de todo en 6 años (de 1966 a 1971). Un icono de una época, un cantante excepcional, que se autodefinía como poeta, pero no era el cantante de un grupo cualquiera, era el cantante de los Doors, una de las mejores bandas de la historia de la música, y eso es decir mucho.Es más que evidente, que las circunstancias de su muerte no fueron muy claras. En un libro que se editó en 2007, escrito por Sam Bernett y publicado en Francia, relata que en realidad Jimbo murió de sobredosis de heroína en los baños del club parisino Rock and Roll Circus. Este hombre era periodista y gerente del club, y se encontró en los baños a Morrison inconsciente y con un cóctel explosivo de cerveza, vodka y heroína. Entre varias personas le llevaron a su casa y le metieron en la bañera con agua caliente intentando reanimarle, pero todo fue inútil, Pamela como estaba colocada, ni se enteró casi.
Pero musicalmente, que es la parte que más me interesa, Jim Morrison era un cantante genuino, auténtico, obsesionado con la muerte, pero un poeta que musicaba maravillosamente sus poemas y cuya actitud en el escenario no pasaba desapercibida para nadie.Con The Doors reinó en una época convulsa, tanto en Estados Unidos como en el mundo, pero el estilo del grupo era único, con los teclados de Ray Manzarek dando ese aire genuino, la guitarra de Robby Krieger espléndida y ese batería venido del jazz que era una delicia... John Densmore. Hace 5 años y casi 2 meses también desapareció Ray, pero ya mayor, Jim se fue antes de tiempo... ¿el poeta de la desilusión?
Sea como fuere, a Jim Morrison siempre le echamos de menos, tenemos su legado, que no es poco, y no me canso de escucharle.En homenaje os dejo con Awake, poema musicado por el resto de la banda en An American Prayer de 1978.