Existen etapas en la vida de los niños en las que éstos ponen a prueba nuestras normas y límites. Una de estas etapas ocurre entre los 2 y los 3 años de edad. Veamos una serie de recomendaciones para aplicar normas evitando este tipo de rabietas o desobediencia:
- Poner pocas normas y asegurarnos de que las cumple. A esta edad los niños/as necesitan experimentar, descubrir, cometer errores y lograr cosas por sí mismos. Por ello, un exceso de normas o el estar diciéndole continuamente “NO” al niño/a bloquea su creatividad, le impide decidir y, usado de forma incoherente, hace que acabe siendo un mensaje sin sentido. Además, si ponemos demasiadas normas es más probable que alguna de ellas no se cumpla y eso provoque dudas al niño/a: algunas normas se pueden saltar, otras no… Por ello utiliza sólo las normas que consideres esenciales, y niégale sólo aquello que pueda ser potencialmente perjudicial. Ahora bien, esas pocas normas que hayas elegido, que sean intocables.
- Explicarle de forma clara y sencilla lo que tiene que hacer. Muchas veces les damos largas explicaciones, o les hablamos de una forma demasiado general “pórtate bien“, o utilizamos fórmulas de cortesía “¿podrías recoger tus juguetes?”. Pero esto no hace más que confundir al niño/a. A esta edad es necesario ser muy concreto y breve e indicar exactamente lo que esperamos que haga “guarda los juguetes en el baúl”. Si es necesario ayúdale o muéstrale cómo se hace.
- Pensar en una consecuencia lógica y razonable y explicarla de antemano. Si el niño/a ya se ha negado en alguna ocasión o prevés que lo hará, utiliza una consecuencia coherente con la norma. Por ejemplo, si el niño/a evita cogernos de la mano mientras vamos por una calle transitada no es lógico dejarle sin postre, pero puede ser lógico decidir que si no nos da la mano volveremos a casa. Una vez elegida la consecuencia es importante explicarla antes de iniciar la actividad: si ya conoce la consecuencia es más probable que cumpla la norma, pero si aún así no lo hace, será momento de aplicar la consecuencia con firmeza y sin regañinas. Él/ella ya sabía lo que había y estaba en sus manos hacerlo o no. Este le traerá un aprendizaje muy útil: responsabilizarse de sus actos.
- No alterarnos, gritar o forcejear con el niño/a: Es normal que a veces nos angustiemos o nos enfademos ante estas rabietas y actos de desobediencia, pero debemos mantener la calma para no transmitirle mayor ansiedad al niño/a. Además, somos su modelo de comportamiento: nuestra manera de resolver la situación será tan educativa o más que cualquier consecuencia que le pongamos. La firmeza y la ternura deben ir de la mano cuando el niño necesita contención.
- Explicarle tranquilamente porque ha actuado mal y como debe actuar en un futuro. A esta edad los niños/as siguen su impulso y hacen cosas sin saber que si están mal, o sin entender porque deberían hacerlo de otro modo. Debemos explicarle exactamente qué es lo que ha hecho mal, por qué eso está mal y cómo puede hacerlo mejor. De esta manera le estaremos dando estrategias y pautas de comportamiento que le serán de gran utilidad en futuras ocasiones.