Llega un día en que casi todos mis clientes de repente me dicen: “Soy rar@, ¿verdad?” o “Esto sólo me pasa a mi, ¿no?”. Y yo les digo: “Sí, eres tan raro, tan raro, como el resto de mis clientes”.
De hecho, yo también pienso muchas veces que soy rara, pero al trabajar con emprendedores me he dado cuenta de que, en algunos aspectos, no lo soy tanto.
Veamos esas cosas tan raras que quizás creas que sólo te pasan a ti:
#1__ Se te da bien empezar cosas y no tan bien terminarlas.
Tienes una idea genial y quieres ponerla en práctica ya mismo. Como sólo depende de ti, lo haces. Pero luego llega una nueva idea, quieres aplicarla también y dejas de lado la primera. Y luego llega otra y después, otra. Y como resultado te de das cuenta del punto número 2.
#2__ Te dispersas y tienes la sensación de no avanzar.
Con tantos frentes abiertos haces un poco de cada sin obtener resultados de ninguno. Y luego te sientes culpable. Es lo que tiene ser creativo: surgen muchas ideas.
Para paliar este problema de la dispersión te propongo dos estrategias: prioriza y delega en alguien a quien se le dé bien organizar y terminar las cosas.
#3__ A veces dudas de tus propias capacidades.
Creas tu proyecto con toda la ilusión y cuando ya está listo para lanzarlo piensas que nadie te va a contratar o que quizás no es tan bueno. Te llega un cliente ideal y empiezas a pensar que quizás no estés preparado para ayudarle. Te entrevistan y piensas “¿Quién soy yo para hablar de esto?”.
¡Cuidado! Estos pensamientos pueden sabotearte y terminarás por hacerlo mal. Esto se llama “la profecía auto-cumplida”. Lo que esperas ver es lo que terminas viendo. El miedo te paraliza. Aquí lo que te recomiendo es: “Hazlo de todas formas”.
#4__ Nadie te entiende.
Te sientes más raro que un perro verde. A tu alrededor la gente se queja de su jefe, el trabajo les aburre y están esperando que llegue el fin de semana. Tú disfrutas con tu trabajo, no te importa trabajar más horas que un reloj y estarías todo el día hablando de tu proyecto y de tus nuevas ideas. Pero a veces prefieres callarte por no molestar con tu entusiasmo.
A tu alrededor nadie entiende cómo puedes preferir arriesgarte, a tener una nómina “segura” a fin de mes, que te pases horas trabajando por gusto, que aunque algo no haya ido bien te queden ganas de probar cosas nuevas. Las personas que te quieren te dicen frases tan motivadoras como “¿Quieres decir que vale la pena tanto esfuerzo?” o “Si no te sale bien, siempre puedes volver a buscar trabajo”.
#5__ Te sientes solo.
No tienes nadie con quien comentar tus dudas, con quien charlar de trabajo desde tu misma perspectiva, con quien compartir tus locas ideas sin que te las eche por el suelo, con quien tomar las mejores decisiones para tu negocio, con quien celebrar que tienes un nuevo cliente.
Te entiendo. A veces yo también me siento así. Y sé que la mayoría de emprendedores, también. Y es que quizás todo esto que te pasa es raro en tu entorno, porque tú eres el único que trabaja por su cuenta, que se lanza a la aventura, que disfruta con su trabajo. La forma de trabajar de un emprendedor es distinta de la de los que trabajan asalariados. No se puede comparar.
Eres raro en tu entorno, como el patito feo lo era entre los otros patos. Pero cuando estás entre emprendedores todo esto pasa a ser “normal”. Eres como los demás cisnes.
Así que mi consejo es: búscate tu grupo de cisnes para nadar. Relaciónate con otros emprendedores que estén recorriendo el mismo camino que tú o, mejor aún, con aquellos que están donde tú quieres estar. Compartir con otros te ayudará a mantenerte enfocado y motivado, a avanzar más rápido y a confiar en ti y en tu proyecto.
¿Qué otras “rarezas” has observado en ti y en lo que te sucede? Por favor, compártelo en los comentarios. Así todos nos sentiremos más acompañados.