Revista Opinión

5 cosas que he aprendido siendo madre a los 20’s

Publicado el 26 mayo 2019 por Carlosgu82

Aunque hoy en dia somos partícipes de una sociedad cada vez más tolerante, me parecía un panorama irreal verme embarazada a los 21 años, quizás esta no es la primera historia del internet sobre aprendizajes de embarazo o de embarazos a temprana edad y es más que seguro que no será el último, pero cada experiencia contada brinda una vista única al mundo de ser madre. Lo curioso de la vida es que no viene con instrucciones y si lees esto para saber cómo ser madre a los 20’s (o a cualquier edad) estas en el artículo incorrecto, nada de lo que leas aquí o en cualquier otro blog garantiza 100% de éxito, pero seguro encontrarás apoyo para llevar tus propias riendas o quizás solo disfrutes el leer lo que otros (como yo) pueden aprender de experiencias tan comunes que pocos lo consideran un milagro.

No fue para nada una sorpresa el quedar embarazada, todos (o la gran mayoría) sabe cómo se forma un bebé: mucho amor, las abejitas que se aman, bla bla bla… El verdadero impacto fue creer que no sería nada fácil, y estaba en lo correcto, ¡NO! no ha sido fácil ciertamente, pero sí que me he divertido con el pequeño pedacito de mi que corre diario por toda la casa, que pide comida cada 3 horas y que se emociona cada vez que le pongo la caricatura que ya ha visto 5 veces en el dia y que le encanta (si pudiera hablar probablemente diría cada línea de la misma).

Aunque solo está por cumplir 2 años, las múltiples enseñanzas que me ha brindado esta experiencia me han convertido en un ser completamente opuesto a lo que era antes de tenerlo a él, aquí algunas cuantas cosas que he aprendido de ser madre a mis 22 años de edad.

1. No hay edad para ser madre

Cuando era joven escuchaba a los adultos «criticar» jóvenes que estaban en cinta, decían cosas como «es una niña criando otra niño» o «se le cerraron muchas oportunidades», y crecí con ese pensamiento de que salir embarazada era algo «malo» si era a corta edad. Al ir creciendo me di cuenta que sin importar la edad siempre eran criticadas al salir embarazada por distintas razones: por no tener un trabajo estable, por no terminar los estudios, porque terminó los estudios pero no amplió su carrera, porque amplió su carrera y todavía le faltaba expandir más, porque su casa era muy pequeña, porque eran ya muy mayores, porque querían por voluntad propia ser madres solteras… en fin.

Un dia de visita a unos parientes, me hablaban de una prima (que no conocia) que habia salido embarazada de un piloto, el piloto le había dado una casa, la respetaba y la amaba (según lo que ellos mismos me contaron), pero ella no se había graduado de la universidad. Al año siguiente me contaron que estaba embarazada de nuevo, para ellos era todo un escándalo y yo pregunté: «¿pero fue con otro hombre?» a lo que ellos respondieron: «no, sigue con el mismo, pero ¿cómo va a salir embarazada otra vez?. Mi cara (si hubiera podido verme yo misma) sé que no tenía precio, al tiempo la conocí en una reunión de esas que uno conoce parientes que ni idea de donde salieron, y era una mujer encantadora, sus hijos eran un ejemplo, ella era hermosa y emprendedora, su esposo un galán que viajaba mucho y entre los cuatro formaban un núcleo familiar estándar y feliz, no puedo imaginar cómo algo como eso es criticado por gente envidiosa (aunque sea mi familia).

¿Qué prepararse académicamente ayuda a criar un hijo? SÍ, ¿Qué hay que vivir la vida y quemar etapas? SÍ, ¿Qué hay que ser conscientes en cuanto a lo que estamos haciendo y sus consecuencias? ¡si, si, si!, pero si no, lo importante es que se esté dispuesto a agarrar el toro por los cuernos y dar lo mejor de sí para dar a un hijo la vida sana, feliz y llena de amor que se se merece, mientras todo eso abundan, los comentarios negativos y pocos constructivos pueden irlos a lavar en el inodoro (por decirlo decentemente).

Las críticas siempre estarán, hoy, mañana y siempre sin importar la tolerancia de la sociedad, así que no hay que desanimarse y seguir adelante con lo mejor que ofrece la vida ya sea que tengas 15, 20, 40, 50 y pare de contar de años.

2. Encontré nuevos hábitos y nuevos sentidos que jamás pensé tener

Ya está comprobado que las madres agudizan sus sentidos, pero yo no sabía hasta qué punto iba a suceder, tanto así que antes podía dormir como un oso 24 horas seguidas, solo me levantaba a comer y a beber agua porque hacía mucho calor (cosa que ya se me es imposible), jamás he sido demasiada ordenada, en algún momento soñé en vivir sola y quizás encontrar una pizza por aquí un refresco por allá y dejar mi ropa donde se me plazca, hoy en día el orden es mi otro mejor amigo. Mi perro vivía conmigo plácidamente y jamas me molesto su peculiar aroma, luego del embarazo no soporto el tenerlo sucio y lo baño cada vez que puedo (seguramente él estará en contra pero es justo y necesario).

Por su puesto no me quejo para nada (ya era hora dice mi madre) pero ciertamente jamás volví a oler, ver, sentir, escuchar e incluso saborear de la misma manera.

3. No hay más menú de adolescente

Siempre he sido de contextura delgada, así que comer en grandes cantidades no era un problema para mi, debido al trabajo y estudio tenía muy mal organizadas las horas de la comida y ¡lo que comía!, incluso en el embarazo comía como un oso antes de invernar, era increíble. En el momento en que nació mi bebé, las comidas saludables se volvieron parte fundamental del menú, cuando eres una joven de 20 peculiar (por lo general) no te importa demasiado que comer o que no comer, cuando eres una joven de 20 años con un bebé empiezas a querer solo lo mejor para tu hijo, porque aunque algunos dulces y comidas chatarra no está de más de vez en cuando, una dieta balanceada de verduras, frutas y proteínas es lo más importante.

Así que he mutado de una adolescente trituradora de todo lo que pueda considerarse comestible a en una madre que busca maneras de hacer comidas sanas, que busca en las etiquetas los ingredientes de los productos para asegurarse de que no contengan gluten o demasiada azúcar in que dejen de ser sabrosos (aunque admito que nos damos nuestros gustos de papas fritas con helado de vez en cuando).

4. Entiendo casi completamente a mi madre

Si tuviste la misma suerte que yo de ser criada por una madre, padre, abuela o algún pariente amoroso, inteligente y único, tendrás una idea de lo que te voy a relatar. Es normal que siendo jóvenes algunos se quejen de reglas, instrucciones y formas de ser de las madres, pero cuando tienes un hijo todo da un giro de 180º. Aun me falta mucho que vivir y muchas experiencias que tener con mi bebé, la escuela y sus berrinches, la adolescencia y la rebeldía, la despedida de la casa porque encontró un nuevo amor, etc., ojala el universo me permita disfrutar cada etapa de mi hijo, mientras tanto, me doy cuenta de que cada cosa que ha hecho mi madre es por mi bien.

Claro que se ha equivocado, somos humanos; es lo que hacemos, pero he adquirido ese «superpoder» de predecir situaciones y decir frases como: «bájate de ahí o te vas a caer», «comete todo para que puedas crecer sano», «no te metas eso a la boca porque te vas a enfermar», y así un incontable de frases que seguro has oído de otras madres… Creo que vienen incluidas en el momento en que te vuelves mamá, y a medida que el vaya creciendo se me irán agregando más al «diccionario de oraciones que dicen las mamás», pero ahora se que cada cosa que le diga es por su bien, para sea un niño sano, correcto, educado, libre y feliz.  

5. No hay amor mas puro que el que se siente por un hijo

En la vida te encontrarás con muchos tipos de amor: el de hija, el de novios, el de tu esposo, el de tu mejor amiga, etc. Pero cuando me volví madre, nunca jamas habia sentido algo como esto, no se si mis otros amores no han sido tan intensos como debieron ser, o quizás nunca me he enamorado de verdad, pero el amor que siento hacia mi hijo es el más grande que he podido vivir. He leído relatos hermosos y trágicos en los que un bebé llega en momentos desesperados, en tiempos de discordia, incluso cuando no es deseado, y aun así ese pequeño ser logra alimentar el corazón de una madre que era de piedra desde el momento que lo ve.  

No puedo decir que no quería a mi bebé antes de que naciera porque no es cierto, pero si estaba nerviosa, insegura, preocupada… Pero en el momento que estuvo en mis brazos y lo vi redondito, rosado y lleno de vida, me sentí como la oración que sale en la película de la granja (la vaca que es hombre y tiene ubre, lo sé, también me confunde): «puedo jurar que vi bailar a las estrellas».

Puedo hacer este articulo infinito de todo lo que he aprendido de mi bebé y de mi experiencia, los juguetes no valen cuando él consigue un perol de plástico que rueda mucho má divertido, la presión por caminar nunca rinde frutos si el no esta seguro, me volví una experta en calcular dosis de remedios y para qué sirve cada uno (antes a lo más mínima tos, fiebre o cualquier síntoma lo resolvía con mucho acetaminofén y si eso no servía, pues esperaba curarme sola por un milagro o morir), descubres que una canción pegajosa puede enseñarle casi cualquier cosa (como cepillarse los dientes), en fin, miles de millones de cosas, cada dia es una aventura y todavía nos queda mucho por aprender.


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