El otro día una amiga me dijo que había quedado para ir a jugar a la petanca el domingo por la mañana. Y, que si me apetecía, podía ir. Tuve que rechazar la invitación por diferentes motivos:
– Los domingos por la mañana no suelo estar levantada
– No practico “deporte”
– No tengo 65 años
“Pero si jugar es lo de menos, es una excusa para beber. Ya verás como acaba poniéndose de moda”. Lo de beber ya me parecía más razonable, pero no me sentía preparada para dar el paso de empezar a madrugar en fin de semana. Respecto a la segunda frase, me dejó realmente pensativa. Los jóvenes han vuelto a escuchar vinilos, han recuperado la fotografía analógica y aprovechan el fin de semana para hacer el vermut. ¿Por qué no podía ser la petanca la próxima gran tendencia que siguieran esos jóvenes modernos (no voy a decir lo de hipster porque creo que ya no mola), urbanos y siempre en busca de algo “nuevo”? Y, más aún: dado que el espíritu de lo vintage sigue presente y no parece que vaya a desaparecer, ¿no deberíamos adoptar otros hábitos típicos de ancianos y convertirlos en algo moderno?
Como siempre, mi vocación filantrópica me ha llevado a elaborar una serie de costumbres propias de la tercera edad que deberíamos empezar a poner en práctica. Sin más dilación, estos son los cinco hábitos típicos de ancianos que deberíamos convertir ya en tendencia.
Reunirse en el médico para discutir sobre quién está más enfermo
Esta entrañable costumbre de los ancianos, convertida ya en todo un acto social, debería ser adoptada por los jóvenes. Con ello se conseguiría ampliar el círculo de amigos, además de descubrir nuevas e interesantes dolencias. Eso sí, la subida del colesterol y las hernias serían sustituidas por dolencias más cool, como el síndrome de los pulgares hiperdesarrollados de jugar a la Play o la rodilla de skater, un desgaste en la articulación que puede llegar a ser irreversible para los aficionados al monopatín (es skate, pero en castellano, por eso de no poner la misma palabra todo el rato).
Perdonad, pero yo SÍ que estoy peor que vosotrosComidas “de cuchara”
¿Por qué adoptar tradiciones foráneas con la cantidad de hermosas costumbres gastronómicas que tenemos aquí? Desde ya mismo propongo erradicar el brunch y sus tostadas de salmón ahumado con rúcula y queso para volver a lo auténtico: platazos de garbanzos y lentejas capaces de resucitar a un muerto los domingos por la tarde, por mucho Jagerbomb que hubiese la noche anterior.
Nada mejor para la resacaMirar las obras
Otra de las costumbres más arraigadas entre los jubilados. Mirar y, por supuesto, criticar las obras de construcción es un estupendo ejercicio de aprendizaje que debería ser adoptado por nosotros, los jóvenes. Eso sí, adaptado al siglo XXI: no solo se tratará de mirar las obras y criticarlas en directo, será también necesario abrir un blog donde publicar pequeñas reseñas sobre las obras que vayamos viendo. “Un maravilloso ejercicio de precisión y una notable dirección de albañiles consagran al Edificio Los Robles como una de las sorpresas de la temporada”. O “tal vez Excelsior II no sea una urbanización que pase a la historia, pero es puro entretenimiento apto para toda la familia”.
¿Están trabajando o haciendo parkour? En mis tiempos esto así no se hacíaRopa interior abrigada
En un momento donde el feminismo cobra fuerza gracias a la inestimable labor de activistas y a los anuncios de Pavofrío donde se nos invita a ser lo que nosotras queramos siempre que sigamos consumiendo productos light, llevar ropa interior horrible es una necesidad. Una mujer fuerte e independiente no necesita ser encorsetada por sujetadores push up o por tangas que poco dejan a la imaginación. Volvamos a lo tradicional, a las braga-fajas en color carne y a los sujetadores con bordados. No solo te sentirás mucho más cómoda y segura, sino que tendrán un alto poder erótico: ¿qué hombre no se moriría de ganas de quitarte tan horribles prendas?
Versión ultra vintage. Aprobadas por tu tatarabuelaJerga al margen de la ley
El lenguaje nos define como seres humanos y convierte a los ancianos en los auténticos punkis de la sociedad. Su negación a pronunciar ciertas palabras de manera correcta y a aprender nuevos vocablos – especialmente, aquellos relacionados con las nuevas tecnologías – los hace más rebeldes que cualquier banda de rock descafeinada. Fleisbur, Tinker, Ingram o Trubens podrían ser nuestras nuevas redes sociales. También creo que es momento de llamar “ebros” a los euros, como decidieron en algún momento todos los ancianos de mi pueblo.
Con dos ebros antes ibas al cine, comprabas palomitas y te daba para una Coca-ColaPodrían ser muchas más, pero son una buena forma de empezar a transformar la sociedad y de convertirla, seguro, en un lugar mucho mejor. No olviden aplicarlas en su día a día.