Cada hijo trae novedades a nuestra vida personal y familiar.
“Nada será igual” te dicen cuando eres primeriza, y tienen razón. Y si decides tener una familia numerosa ni un día es igual al anterior.
Y aunque todo cambia, hay ciertos hechos que dejan en evidencia tu condición de madre de muchos hijos, acá les comparto algunos:
1. El “orden” es ahora relativo. Aunque es importante enseñar a nuestros hijos el orden y a trabajar en equipo para lograrlo, es inevitable el caos de vez en cuando y tu nivel de tolerancia hacia ese punto específico llega a variar con los años y los hijos. Si antes te estresaban los juguetes revueltos, llega un momento en que te basta que no salgan de cierto perímetro (cuarto de juegos, por ejemplo), o al menos llegar a casa y no tropezar con uno inmediatamente.
2. Entre tu ropa de diario no puedes evitar tener o usar alguna prenda de maternidad. Seamos honestas, nuestro cuerpo es de lo que más cambia con cada hijo y, aunque busquemos estar en forma y volver a usar esos jeans que nos gustan, estará siempre ese pantalón cómodo o esa blusa fresca a la mano.
3. La frase “si no puedes vencerlos, úneteles” tiene cada día más sentido. Y es que llega un momento del día, justo antes de la rutina de la pijama, en que los niños tienen ese último chispazo de energía; que regularmente es muy intenso. Y mientras más niños hay en esa cama, más descontrol hay; peor cuando el juego favorito es el de luchas (que es mi caso). Entre patadas y saltos mortales apenas puedo separar a dos, mientras el otro sujeto se escabulle entre las almohadas… Llega un punto en que es más fácil acelerar el proceso y ser parte de las luchas, en lugar de seguir buscando la cordura.
4. Un hijo = tres maletas para salir; 3 ó más = una mochila pequeña que el Niño mayor carga en su espalda. Esto es un hecho que parece ilógico pero es que con cada hijo nos hacemos más prácticas y relajadas al salir de casa; y también ocurrentes para solventar cualquier eventualidad que la bolsa uno y dos nos solventará al principio.
5. Si al llamar a alguno de tus hijos para regalarlo, recitas todos los otros nombres, antes de llegar al correcto; no te preocupes que solo el tono de la voz hará que El Niño correcto sepa que él es el buscado.
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