¡Hoy sí que sí! ¡¡Escucha Tu Cuerpo cumple cinco añazos!!
En un único artículo se me hace muy difícil resumir todo lo que me han dado estos años escribiendo y todo lo que siento al respecto. De todas formas, como de vez en cuando me da por escribir alguna cosita más personal, el lector asiduo ya estará más que al tanto acerca de la biografía y evolución de este blog, especialmente respecto al agradecimiento infinito y recurrente que siento por cada visita.
La vida consiste en experimentar. Cada experimento, cada aprendizaje, podría comprenderse como una lección. Durante este tiempo las lecciones han sido muchísimas, por supuesto. Pero hay cinco en especial que considero fundamentales, vitales, y que quiero compartir contigo para celebrar el quinto aniversario del blog.
Ahí van:
1. La vida es movimiento
Y ya no me refiero al movimiento “físico” que tanto promuevo y que vamos a experimentar intensamente todos los que nos vamos a liar con esto del Proyecto Re-movimiento, sino al movimiento en todos los planos, en todos los sentidos.
Los objetos inertes, inanimados, no tienen esta posibilidad, este privilegio de poder moverse. Pero nosotros sí, ¡estamos vivos! ¿Por qué desperdiciar este regalo? ¿Por qué despreciarlo?
La Jaula –¿os acordáis?– o la vida zombie ya la conocemos todos, nos la sabemos de memoria. Es la vida de la obediencia, del “pórtate bien”, ve a la universidad, trabaja, cásate y cómprate un piso, quédate quieto y no molestes, y pégate cuarenta años así. Todos somos, al mismo tiempo, víctimas y responsables. Y todos sabemos lo que ocurre con el tiempo… ¡Te aburres! Y te mueres vivo, precisamente por falta de movimiento, de estímulo, de incertidumbre.
Moverse es una necesidad y una obligación, si uno pretende vivir de verdad.
Cada vez que empieces a sentirte cómodo y un tanto estático en algún sentido, déjalo ir y muévete.
2. La vida sólo tiene sentido si se ofrece un servicio
Ese movimiento, como decía, o debe tener algún sentido o se le debe dar. Sea como sea, ese sentido no tiene sentido –toma ya– si en él no tienes en cuenta a los demás, al mundo que te rodea. El propósito del movimiento es relacionarnos.
A pesar de que la soledad puede ser necesaria y útil en según qué momentos, sobre todo para conocerse a uno mismo y para determinar qué direcciones tomar, al final siempre te encuentras con la misma pregunta: “¿Esto para quién es?”. Hasta aquello que haces exclusivamente por ti tiene un sentido completo solo si finalmente sirve para un propósito mayor a ti mismo. Si no, ya lo sabes por experiencia, tarde o temprano llega el vacío.
Hacer y vivir por ti y sólo para ti es la garantía hacia algo demasiado común, la infelicidad.
No estamos aquí para vivir con nosotros, o por nosotros, o para nosotros. Estamos aquí para vivir con, por y para los demás, y ofrecerles algo que les haga la vida más llevadera, o sentirse mejor, o ser felices.
Curiosamente, el altruismo siempre guarda una porción de egoísmo. Cuando sirves para el bienestar de los demás, sirves a tu propio bienestar.
3. Tu vida es única
De los cuatrillones –por decir algo– de seres conscientes que hayan pasado por aquí, eres único. No ha existido, ni existe, ni existirá nadie exactamente igual a ti. Lo expliqué más y mejor aquí.
Por otro lado, todo tiene su propósito, su sentido. Si no, ¿para qué iba a suceder o existir? Vaya desperdicio de energía… Probablemente una de tus tareas sea descubrir ese sentido, o crearlo –va a gustos.
El caso es que tú eres el único que puede hacer lo que debes hacer o lo que hayas venido a hacer, un motivo más que suficiente para que no te quedes ahí mirando a las musarañas, viendo la vida pasar.
Y como además ese sentido es completo cuando lo compartes y sirve a alguien, pregúntate todos los días “¿qué voy a hacer hoy por los demás?”, aunque sólo sea para una persona, un familiar, un vecino, un amigo o un desconocido –a veces querer salvar al mundo entero nos viene un poquito grande, ¿no?
Nadie más puede ser tú.
Muévete y haz lo que tengas que hacer.
4. La vida es infinita
No vamos a entrar en debate alrededor de conceptos como la reencarnación o la resurrección, porque simplemente no hace falta. Es todo mucho más obvio y sencillo.
Tu vida, quieras o no, consciente e inconscientemente, voluntaria e involuntariamente, deja huella, genera una onda expansiva que nunca termina, el famoso efecto mariposa, para el resto de la existencia y para el resto de las personas que te rodean y que vendrán.
En tus manos está decidir cuál será tu legado. Y no al final de tu vida, sino a diario.
Cuando te marches, la suma de esos días conformarán la huella de la que hablábamos, para la eternidad. Un motivo más para trabajar sobre tus valores esenciales y servicios sociales, y compartirlos.
5. Tu vida es irrepetible
La vida es infinita, pero la tuya propia no.
Uno de los mejores ejercicios a practicar todas las mañanas es repetirse unas cuantas veces, lo más conscientemente posible, dos mantras:
· Memento mori. Recuerda que morirás.
· Carpe diem. Toma el día. Aprovecha el momento.
A cada instante, el tiempo se te escurre entre los dedos como el agua. No pospongas nada, y deja de perder el tiempo haciendo demasiados planes. Cada día, primero la acción y luego el plan, sobre la marcha, y no al revés. Puede que te equivoques un montón de veces, pero al mismo tiempo te llevarás la propia experiencia. Además, ¿quién te asegura que por planificar no te vas a equivocar? Ayer es demasiado tarde, dicen.
Muchas gracias, de veras, por acompañarme estos cinco años.
¿Listos, como mínimo, para cinco más?