Al parecer, entonces, Ethan Coen, uno de los hermanos Coen, ya no quiere dirigir más películas, lo que a la sazón explica por qué lo próximo de "los hermanos Coen", una película titulada "The Tragedy of Macbeth", fue escrito y dirigido por Joel a solas. Puede que sea apresurado asegurar que Ethan ya no dirigirá más, pero no deja de ser una noticia, digamos, impactante (al menos si te gusta el cine de estos hermanos).
Como sea, siempre es lindo descubrir: obras, autores/as, palabras, lugares (aunque sea por Google Maps)... La otra vez vi una entrevista en Jot Down a Jaime Martín, un escritor y dibujante de cómics del que jamás había oído hablar, pero cuya entrevista, excelente e interesantísima, me descubre a una persona sumamente íntegra y a un autor imprescindible, con voz y mirada propias que, al parecer, sabe plasmar esa voz y esa visión en una narrativa gráfica de calidad. Cuando encuentre trabajo como bartender (en dos meses más ojalá) compraré sus obras; por ahora comentaré lo que he encontrado: "Lo que trae el viento" y "Las guerras silenciosas". Hoy hablaremos del primer cómic.
"Lo que el viento trae" es una excelente historia que, y esto lo digo sin conocer la obra de Martín, destaca además por ser, supongo, un proyecto/idea que demuestra la capacidad de un autor de dejar su zona de confort (tampoco me gusta mucho esta expresión en este contexto en particular, pues dudo que Martín sea un autor acomodaticio y autocomplaciente que vaya a la segura) y arriesgarse con una historia. Martín, que ha publicado en su mayoría historias sobre la vida en España, ya sea en barrios populares de los ochenta/noventa, ya sea en momentos cruciales de su historia (la Guerra Civil), en esta ocasión sale con una historia rusa, inspirada en la literatura de Bulgakov, situada en un aislado pueblo del norte de Rusia, sobre un joven estudiante de medicina que es enviado desde Moscú a ese pueblecito a ser, básicamente, el doctor del lugar. "Lo que el viento trae" no es fácil de resumir, es una historia de argumento en apariencia sencillo, pero complejo e incluso diabólico en su desarrollo y construcción narrativo-dramática. Martín elabora un convincente (y, según voces expertas, verídico y fidedigno) retrato de una época, la época de la revolución rusa, época de avances médicos inevitablemente enfrentados a las supersticiones y/o la sabiduría popular, pero a la vez construye, en esencia (según sus palabras), una historia de terror, pero no un terror simple y facilón, sino que un terror atmosférico, ambiental. Resulta que en el pueblo creen que hay una criatura no-humana dando vueltas, acechando a los incautos para asesinarlos salvajemente en los días de tormenta, de esas tormentas cuyos vientos son tan filosos y sanguinarios como los colmillos de un lobo. Pero también está el terror del joven estudiante ubicado en este pueblo de gente violenta, ignorante y brutal, que soluciona sus problemas a cuchillazo limpio, que esconde sus problemas bajo litros de alcohol, que enfrenta sus problemas desde la superstición y la fe, no de la razón y la ciencia. Y así, esta historia avanza como una olla a presión a medida que los miedos irracionales, la brutalidad del pueblo y el inclemente clima invernal hagan de la vida interna y externa de todas esas personas un verdadero infierno. No es una historia estrictamente argumental, es como el diario de la estadía de este estudiante de medicina en un pueblo dejado a la buena de Dios, narrar los días que pasan, con sus hechos impactantes y los anodinos, todo cruzado por el miedo, el terror a lo desconocido, pero sobre todo a lo que conocemos: la violencia del humano que tenemos cerca. Y casi imperceptiblemente, los pequeños detalles que se van viendo confluyen en un desenlace brillante, el cual constata que a lo que se le debe tener terror es a la irracionalidad.
Aparte de su labor como narrador, Jaime Martín hace un impecable y delicioso trabajo gráfico, y además al final del volumen dedica varias páginas a contar, a grandes rasgos, cómo fue construyendo esta novela gráfica: las inspiraciones, su método de trabajo tanto en lo narrativo como en lo gráfico, etc.
Yo estoy la mar de feliz de haber descubierto a este autor y ardo en deseos de poder profundizar más todavía en su obra. Por ahora yo sólo puedo extenderles mi alta recomendación de "Lo que el viento trae".