La RAE define la sinestesia como la unión de dos sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales. Se trata, pues, de mezclar entre sí sensaciones procedentes de diferentes sentidos. Esto supone agregar características de un sentido a otro distinto, produciendo una interferencia sensorial.
Su mirada desprendía un calor febril
Observo un rojo pasión en su mirada.
Tu carácter es áspero como una lija.
El testigo olía a miedo.
Entonó una balada fría como la noche.
Observo una actitud fría en usted.
Su presencia se tornó fría y ácida para todos.
Se hizo un silencio gélido en el patio de butacas.
El sabor amargo de su personalidad.
En tu mirada escucho tus lamentos.
Me dejó un regusto de odio en la boca.
El campo de batalla olía a victoria.
El frío se escuchó correr por la avenida.
Sus versos volaron por el patio.
Su voz le acarició el cuerpo.
Su aliento resonó en su memoria.
La alegría llegó con el aroma de las flores.
Su fragancia pudo verse desde lejos.
Vi con claridad el resonar de aire.
Sus groserías tenían el rancio sabor de la ignorancia.
El brillo sonoro de la luz del sol les despertó.
Su mirada gris y vacía no decía nada.
De su guitarra volaban sonidos dulces como la mermelada.
Sintió esperanza al observar el verdor del jardín.
La escena desprendía un olor a podredumbre.
El agrio amanecer se introdujo en su alma.
El piano arrojó sonidos embriagados que le marearon.
Su mirada cálida alegró nuestro corazón.
Un susurro suave como el terciopelo salió de su boca.
Observó el salado y negro fondo de su corazón.
Tiene una personalidad agria que es insoportable.
Su mirada pétrea le dejó temblando de miedo.
María desprende un rojo enamorado en su cara.
Sus besos saben a pasión.
La noche olía a muerte.
El perfume de sus besos me embriagó de pasión.
Su personalidad me resulta punzante en extremo.
Tiene un negro porvenir en el horizonte.
Sintió calor en el cuerpo al observar el horizonte rojo.
Se compró un vestido rojo pasión.
Tras su marcha dejó una fragancia a tranquilidad.
Desprendía el aroma de la sinceridad y la dignidad.
Una negra pestilencia afloró en su discurso.
Se escuchó el tañido triste de las campañas.
Su soberbia agria defraudó a todos.
La mentira chorreó húmeda en su hablar.
Su boca sabe a pasión; sus besos, a escalofríos.
El soldado pudo degustar el amargo sabor de la derrota.
Escuché con mis manos la angustia de tu alma.
Su voz dibujó letras en el aire.