Unas 500 familias españolas cuyos patrimonios fueron expropiados en Cuba por el gobierno de Fidel Castro consideran que la coyuntura del deshielo con EE.UU. y las reformas para enfrentar la crisis del modelo económico cubano, crean un momento propicio para recuperar lo que perdieron, y están preparando una estrategia legal.
El diario El Confidencial precisa que el impulsor del proyecto es Jordi Cabarrocas quien hace más de diez años empezó a asociar a familias que regresaron a España bajo la sociedad ‘1898 Compañía de Recuperaciones Patrimoniales en Cuba’. Si hasta agosto pasado eran 57 las afiliadas, ya suman medio millar.
Documentos de la entidad identifican la actual coyuntura como “una oportunidad de recuperar patrimonio confiscado a través de acciones legales financiadas por un fondo de inversión”.
Entre los factores que a su juicio propician dicha oportunidad enumeran el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU.; la posible sucesión en el poder de Miguel Díaz-Canel, un político que no participó en la revolución; la necesidad cubana de inversiones expresada en la nueva Ley de Inversiones Extranjeras; la autorización de la compraventa de viviendas; y el anhelo de cambios políticos y económicos de los cubanos.
La firma no exige adelantos y asume todo el riesgo de la operación, a cambio de un 30% del patrimonio recuperado.
“Hemos ido creciendo y perseverando y en los últimos años, con la enfermedad de Fidel y el proceso de apertura, vemos que se acerca nuestro momento”, comenta Cabarrocas.
Él y sus socios ya comenzaron a presentarse en las casas de familias que huyeron de Cuba si bien les han recibido con reserva y escepticismo, ya que muchos son ancianos.
Latienda habanera El Encanto, expropiada por Castro, fue fundada por los asturianos Pepe y Bernardo Solís.
Para Cabarrocas, con esta iniciativa conseguirán recuperar al menos una parte del patrimonio expropiado en menos de 10 años. Por ahora sólo están reclamando patrimonio inmobiliario, basándose en experiencias paralelas de los últimos 100 años.
“Cuando se acaba una dictadura, el 90% de las veces se produce algún tipo de reversión porque se necesita alcanzar algún tipo de seguridad jurídica para atraer la inversión. Pasó en Alemania Oriental, en la Unión Soviética, en Chile… Y desde Washington se va a presionar en las negociaciones si Cuba quiere levantar el embargo”, indica el director de 1898, citado por El Confidencial.
El diario refiere el caso de la familia Presol. José Manuel tenía 15 años cuando se fue de Cuba sin tiempo para despedirse de nadie. Su padre, Benigno Presol, fue indultado por la revolución comunista tras pasar un tiempo en Villa Marista, la sede de la policía política, acusado de pertenecer a la resistencia.
“Eso era cierto, él empuñó un fusil contra Castro porque no le gustaba lo que veía, igual que lo había hecho antes contra Batista. Le dejaron marcharse bajo dos condiciones: que toda su familia cogiese el primer avión a España y que no volviesen nunca. Nos dijeron que si un Presol pisaba la isla lo mandarían a fusilar de inmediato. Nos marchamos y ya nunca más volvimos”, relata José Manuel, ahora de 63 años.
“No quiero echar a nadie a la calle”
Ya en España, la familia rehizo su vida en Madrid, pero guardaron las escrituras de todos los bienes intervenidos. “Teníamos una tienda de ultramarinos con un bar en la carretera del aeropuerto de La Habana”, dice José Manuel y añade: “Poseíamos inmuebles y apartamentos, solares y una participación minoritaria en una empresa cervecera”. En 1967 su patrimonio estaba tasado en 120.000 dólares.
Con el deshielo EE.UU-Cuba y las expectativas sobre el fin del embargo, José Manuel espera un nuevo contexto que les permitan pelear por al menos una fracción de lo que perdieron; aunque aclara que no espera recibir dinero en efectivo “porque el gobierno tendrá otras prioridades”, y que si en la casa de sus padres ahora vive una familia, no quiere echarles a la calle.
“Preferiría negociar con ellos para que me dejen al menos ir a tomar el fresco en la terraza de vez en cuando. El resto de las propiedades, no sé, muchas hoy serán ruinas, un montón de cascotes. Habrá que ver si se les puede dar uso, invertir o emprender algo. Mi mayor ilusión, si le digo la verdad, es volver a pasear por los lugares de mi infancia”.
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