Buenas tardes, amigos de estar aquí pasando un rato leyendo lo que me gusta contaros. Hoy es uno de esos días en los que celebras algo que nunca pensaste que podrías llegar a celebrar. En aquél ya lejano 2012, recuerdo que sentía que me metía en un mundo en el que pensaba que no llegaría a ningún lado y mi aventura con el blog, que hacía poco había abierto, finalizaría en la inmensidad de la red, sin pena ni gloria. Lo bueno, pensaba yo, era que nadie se daría cuenta. No sería como el que abre un negocio y al poco tiempo por circunstancias, a veces relacionadas con un mal cálculo de las capacidades propias para sacarlo adelante, tiene que cerrar y, lo que es peor, colocar un cartel de liquidación total para que todo el mundo se entere…sí, se entere también de tu fracaso. Con el blog no me iba a pasar eso porque en caso de fracaso nadie lo notaría y nadie me echaría de menos. Con esa tranquilidad del avestruz, con su cabeza en el agujero, me metí en esta aventura. Necesitaba contar lo que había escrito en los últimos meses de 2010 y primer semestre del 11. Tenía escritas unas catorce historias que si nadie las leía no serviría para nada el esfuerzo. Sí, no se entiende un escritor, de éxito o novel ―como es mi caso―, da igual, sin sus lectores. Yo no sería nada ―la verdad es que sigo sin serlo― sin vosotros que me dedicáis unos minutos de vuestra vida para leer lo que os cuento. Sí, necesito que sigáis ahí. Necesito seguir escribiendo y para eso necesito saber que estáis, queréis y disfrutáis este rato de tranquilidad visualizando en vuestra mente, con vuestras imágenes, lo que os transmito. En aquella época de mis inicios en esto de la transmisión a través de la red las visitas al blog eran cero o ninguna. Contaba cosas como si lo hiciese a la pared de mi habitación. Os hablaba tímidamente, casi con vergüenza, de un primer cuento que os quería presentar. Y me decía ¿a quién le interesará esto? A veces, todavía hoy, incluso ahora mismo, cuando os escribo cosas, me hago la misma pregunta. Me sigo preguntando lo mismo. Cuando doy un repaso a lo que he escrito, antes de publicarlo, me pregunto que a quién le interesará esto que acabo de escribir…creo, por lo que a veces he leído, le pasa a muchos escritores y a prácticamente todos los noveles. ¿Y sabéis qué me hace abandonar este pensamiento frenador? Pues lo que, precisamente hoy, con esta entrada, estamos celebrando. Me crea seguridad en lo que escribo la cantidad de visitas que ya tiene este blog. Visitas de calidad; visitas a conciencia; visitas no de las de paso a echar una ojeada. Visitas de querer quedarse un rato y disfrutar de nuestro momento. Visitas de calidad. ¡Hoy celebramos 50.000 visitas, de gran calidad, así las veo yo, en nuestro blog!
Hoy celebramos juntos 50.000 vistas de querer buscar sosiego; de buscar un refugio en nuestro día que, a veces, nos agobia más de lo que esperábamos. 50.000 visitas para encontrarnos con unas palabras que nos llegan adentro. Palabras que notamos como si, a veces, estuvieran escritas pensando en nosotros ―a veces sabemos que sí lo están―. Mensajes que queremos que nos digan algo que nos gusta oír; que necesitamos oír. Hemos llegado juntos a este número mítico; a esta mayoría de edad que en mis comienzos no podía soñar. Estoy orgulloso de tener este espacio en el que me comunico con vosotros, mis queridos seguidores, en la forma que deseo hacerlo. Estoy orgulloso de sentir que estáis como en casa en esta ventana de cita con los valores y, sobre todo, con los sentimientos. Ambos son ingredientes necesarios en las relaciones humanas. Utilizándolos es como me quiero comunicar con vosotros. Es como quiero llegar a vuestros corazones. Es como quiero contribuir al crecimiento responsable de nuestros pequeños. Estas 50.000 visitas ―ya hoy, cuando escribo esto, estamos cerca de las 51.300― son la palmadita en la espalda que me refuerza en mis ilusiones. Siento el respaldo afianzador, el vuestro, a este escritor novel al que le daba cierto reparo el contar sus cosas y sus sueños en público. Gracias por ello. Gracias por hacerme sentir cómodo con vosotros. Gracias por vuestra confianza en mi manera de contar cosas. ¡50.000 gracias, amigos!Esta entrada de celebración, además, cuenta con un toque artístico de una gran calidad por la sensibilidad que transmiten sus autoras. Las dos son compañeras mías en sendos trabajos. La entrada se abre con el arte de Alejandra Giordano “Alita”. Mi querida compañera piola (http://alitailust.blogspot.com/ https://www.facebook.com/profile.php?id=100018561073299https://plus.google.com/100958461243174314998todos los derechos reservados), argentina de nacimiento y con la que, a pesar de la diferencia horaria, comparto un precioso proyecto que irradia sensibilidad por los cuatro costados, como ella la irradia también. Con ella tengo el proyecto Seguro que sabes quién soy…, que podéis recordar visitando la entrada: https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2018/07/seguro-que-sabes-quien-soy.html¡Alita, hasta la cumbre, remándola! Gracias, querida compañera, por prestarme tu arte para que lo podamos admirar y celebrar este hito como se merece. Un abrazo grande y muy cariñoso para ti desde España.La segunda ilustración de esta entrañable perrita está hecha por Helena Segura Alemany (https://www.facebook.com/Segaley. Todos los derechos reservados). Desde el otro lado del Estrecho de Gibraltar, Helena, me ha prestado su arte.También os invito a que recordéis la entrada en la que os hablaba de nuestro proyecto. Merece la pena darse una vuelta por ella.Gracias, Helena, por haber querido estar aquí conmigo sacando tiempo de donde no lo tenías en este momento importante de tu vida por el que has pasado. Gracias de corazón. Un cariñosísimo abrazo también para ti.Pues nada más, amigos. Disfrutad de esta celebración en la que tiene mucho de vosotros, de vuestros momentos aquí y de la complicidad que tenemos todos, entre nosotros, cuando nos citamos en este blog de literatura, sobre todo infantil.Buenas noches, un gran abrazo para todos vosotros y, por favor, no dejéis de soñar y de ser felices.José Ramón.