Hoy comenzó la ex carcelación de 52 presos de conciencia en la isla de Cuba, 52 seres humanos privados de su libertad por el simple hecho de pensar diferente y de discrepar con el tirano régimen que gobierna esa hermosa isla.
Yo soy un agnóstico confeso y crítico acérrimo de las religiones, sin embargo esta vez debo de reconocer que la Iglesia Católica ha jugado un papel sumamente importante en la liberación de estas personas esto, claro está, sin desmerecer el sacrificio de Orlando Zapata Tamayo y de Guillermo Fariñas, muerto el primero en su huelga de hambre y muy enfermo el otro casi al borde de la muerte por su también huelga de hambre, verdaderos héroes que no dudaron hasta en inmolarse por la libertad de los presos de conciencia en su País, y claro está, porque no, valorar el trabajo concienzudo y perseverante realizado por la bloggera Yoani Sánchez.
La liberación de estos 52 presos de conciencia no debe mas que alegrar a todo el mundo ya que se trata de seres humanos que pueden desde ahora disfrutar de la libertad y sobretodo de la libertad de expresión, mal harían algunos al tratar de desmerecer estas liberaciones que a lo único que favorecen es al más alto sentido humano que es la libertad.
Me parece nauseabundo escuchar a los dinosaurios de las radios am de Miami decir que esto no debe ser motivo de felicidad, que lo único que se ha logrado es el destierro de estas personas tergiversando el acuerdo, de estos 52 presos políticos algunos viajaran a España a su solicitud para poder tratarse de las enfermedades que sufren y los otros volveran a sus respectivas provincias, de igual manera queda abierta la posibilidad de retorno a la isla de los que viajen al extranjero.
El mundo tiene hoy 52 razones más para llenarse de esperanzas y para pensar que este puede ser un mundo justo y que aqui la imposición y la repreción y la censura no tienen cabida, que podemos convivir con nuestras diferencias y que nuestras discrepancias al final pueden convertirse en caldo de cultivo para fomentar nuestra evolución como especie.