Opresiva, claustrofóbica, sucia, cruel....real. La última película de Agnieszka Holland, que además optará a los Oscar de este año, es un relato histórico de los hechos que sucedieron en la ciudad polaca de Lvov en la Segunda Guerra Mundial.
Holland nos envuelve en una historia de supervivencia, dolor y exterminio que no dejará indiferente a ninguno. Con un realismo brutal, y apoyado por una fotografía muy lograda, nos sumergiremos en las cloacas de la maldad, la miseria y el sufrimiento humano, mientras vemos cómo la muerte y la desesperación se va llevando a los protagonistas uno detrás de otro.
Soha, un ratero que trabaja en las alcantarillas de Lvov, se ve involucrado en la fuga de un grupo de judíos del ghetto, del que intentan escapar por las cloacas. Los nazis están exterminándolos lentamente y no les queda más remedio que ocultarse bajo tierra, en las alcantarillas, rodeados de suciedad, ratas, y una perenne oscuridad. Allí, serán cazados, e intentarán sobrevivir mientras Soha arriesga su vida para llevarles provisiones y mantenerles en contacto con el mundo Es una película larga, muy larga, no solo por su duración (144 minutos), sino por la lentitud con la que se desarrollan los acontecimientos, y el dramatismo que acompaña a sus escenas, revolviendo las entrañas del espectador en muchos momentos. Forman el reparto de la película Robert Wieckiewicz, Benno Fürmann, Agnieszka Grochowska, Maria Schrader, Herbert Knaup, Kinga Preis, Marcin Bosak, y Krzysztof Skonieczny, que interpretan con gran pasión y a un gran nivel sus respectivos papeles, manteniéndonos agarrados a las butacas mientras intentamos digerir el horror que se nos presenta, de manera directa y sin tapujos.
En definitiva, un realista y logrado recordatorio de una tragedia que nadie debería olvidar. Que aprovecheMuchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.
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