Casi 40 años después de la tragedia de Armero, el Gobierno colombiano reabrió la ruta para esclarecer qué pasó con 583 niños que salieron con vida del desastre, pero que fueron separados de sus familias en medio del caos. El ICBF ya tiene en Bogotá el llamado “libro rojo” y ordenó su restauración para rastrear las adopciones de la época.
Una noche de noviembre que no ha terminado
Los sobrevivientes de Armero recuerdan la noche del 13 de noviembre de 1985 como una sucesión de lodo, oscuridad y gritos pidiendo ayuda. Para cientos de familias, el duelo sigue abierto porque sus hijos desaparecieron cuando eran atendidos o evacuados a otros municipios. De acuerdo con los reportes recogidos por la Fundación Armando Armero, al menos 583 hogares denunciaron la pérdida de menores.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro manifestó que está dispuesto a revisar lo ocurrido y a apoyar las búsquedas que durante décadas hicieron las madres solas. El punto de partida es reconocer que hubo traslados de niños sin un registro completo, lo que facilita la hipótesis de que se produjeron adopciones irregulares o entregas sin verificación de parentesco.
La hipótesis de adopciones irregulares
Francisco González, director de la Fundación Armando Armero, sostiene que luego de la erupción hubo personas que llegaron a los albergues, a las sedes del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar e incluso al mismo Armero para llevarse niños que estaban solos. En muchos casos, según su relato, bastaba con decir “es mi hijo” para que el menor fuera entregado, sin cotejo de documento ni prueba de vínculo.
Pese a ese panorama, varias familias sí lograron reencontrarse gracias a pruebas de ADN y a la investigación de la fundación. Casos como el de Jenifer de la Rosa, adoptada en España y reunida con su hermana en Barrancabermeja; o el de Edwin Medina, que vivió en Estados Unidos y localizó a su padre biológico, demuestran que algunos niños efectivamente sobrevivieron y fueron acogidos en hogares dentro y fuera del país.
El “libro rojo” y el compromiso del ICBF
Un punto clave de esta nueva etapa es el llamado “libro rojo”, un archivo del ICBF donde quedaron consignadas historias, fotografías y direcciones de los menores atendidos tras la tragedia. Ese documento, que durante años fue casi una leyenda entre las familias buscadoras, ya está en Bogotá y la entidad ordenó su restauración para revisar caso por caso.
No obstante, desde la Fundación Armando Armero advierten que el material no está completo: hay registros arrancados y vacíos que obligan a cruzar información con salidas del país, centros de adopción y hogares de paso de la época. La meta del Gobierno es darle una respuesta a las madres que murieron sin encontrar a sus hijos y a las que aún hoy, cada 13 de noviembre, siguen preguntando dónde están.
El ICBF aseguró que el archivo será estudiado “con lupa” y que las conclusiones se compartirán con las familias que llevan cuatro décadas reclamando la verdad sobre los niños de Armero.
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