Revista Cultura y Ocio

63.- Se mantienen las acampadas… Creo que es un error

Publicado el 30 mayo 2011 por Javiersoriaj

El “movimiento 15-M” se enfrentaba ayer a su disyuntiva más importante para el corto plazo. En multitud de lugares las asambleas debían decidir sobre si era más pertinente continuar las acampadas o, por el contrario, era preferible elegir el momento de retirarse, y el ritmo de esta retirada.
Estuve siguiendo (por streaming) gran parte de la asamblea de Sol, y debo decir, y vaya por delante, que los argumentos de ambas posiciones eran de peso. Sorprende, aunque quizá a estas alturas ya no debería, la madurez de la mayoría de argumentaciones y propuestas… Porque además de argumentar, lo que se solicitaban eran propuestas, lo que no siempre es fácil… Comprendo las posiciones de todas aquellas que querían continuar. Estoy en un grupo de trabajo de Educación, y ya había habido debate previo sobre el tema, ricos en argumentos de gran solidez y en matices. Comisiones y grupos de trabajo informaban, de hecho, a la asamblea general, de las posiciones consensuadas, que optaban mayoritariamente por el desmantelamiento (más o menos gradual) de la acampada de Sol. Así, argumentos poderosos que permiten defender ambas perspectivas. Con todo, tras “enfrentarme a mí mismo” y a buena parte de lo que aportaron l@s demás en aquélla asamblea general de educación donde se debatió el tema, creo que es más razonable pensar en el desmantelamiento.
No voy a entrar, sin embargo, a plantear aquí todas las argumentaciones que ya han hecho otras y otros, sino que únicamente voy a tratar de defender mi posición, partidaria (si bien con “ruptura emocional”) del abandono de la acampada. Para ello, recurriré incluso a argumentos que sé que poco tienen que ver con la brillantez teórica, sino con cuestiones aparentemente menores, pero que precisamente por ello creo que conviene no olvidar. Obviamente sé reconocer el valor que Sol, “la plaza”, la “Estación Claridad” tiene de símbolo; el valor que tiene como motor de otras muchas, que de alguna manera la han mirado; la ilusión que muchas personas han puesto en construir todo lo que ha llegado a significar; o el trabajo magnífico que tantas han hecho allí. No sería difícil encontrar 20 o 30 argumentos de peso para justificar la permanencia… y más tras lo ocurrido ayer: ¿cómo “abandonar” ahora a la gente de París o Atenas o…? justo cuando ella se ha movilizado para apoyarnos, e incluso han sido gaseados por las “fuerzas del orden” (ayer en La Bastilla).

Con todo, intentaré explicarme. Me gustaría empezar por el principio, y plantear algunas cosas. Si me permitís, lo plantearé en dos grandes puntos generales “abstractos”, para completar luego con cuestiones más puntuales, a su vez divididas en dos bloques: “cuestiones generales” y “cuestiones sistémicas” (o políticas, si preferís, englobando muchas cosas, eso sí). Vayan por delante esos dos argumentos “abstractos”, que vienen a plantear si no hemos olvidado algunas cosas. A fin de no extenderme en elucubraciones, le he pedido a mi escribano, el sup Marcos, que me eche una mano. Lo ha hecho gentilmente:

1.- NECESITAMOS ENCONTRAR NUESTRO SILENCIO.- Todo ha ido muy deprisa. Nadie éramos conscientes de lo que íbamos a generar. Nadie había podido prever la magnitud de una manifestación (muy pequeña en número, en realidad) y su correlato de la acampada de Sol. Pero una vez generado ésto, ¿realmente ha habido una reflexión profunda sobre las cuestiones a plantear desde aquí? ¿hemos rebasado el marco de la gestión organizativa? ¿hemos pensado de qué va a servir todo el trabajo realizado? ¿cuál será el catalizador para introducir las demandas en el sistema (a fin de cuentas queremos reformar el sistema, no derribarlo, seamos sinceros)? ¿es la permanencia de la acampada en Sol la respuesta a la reflexión de hacia dónde hay que avanzar (como movimiento, no sólo como la acampada en sí), o puede más “el corazón” que “la mente”? Me explico:
Entonces los dioses se buscaron un silencio para orientarse otra vez, pero no lo encontraban por ningún lado al silencio, a saber dónde se había ido el silencio y con razón porque mucho era el ruido que había. Y desesperados se pusieron los dioses más grandes porque no encontraban el silencio para encontrarse el camino y entonces se pusieron de acuerdo en una asamblea de dioses y mucho batallaron para la asamblea que se hicieron porque mucho era el ruidero que se había y por fín acordaron que cada uno buscara un silencio para encontrar el camino y entonces se pusieron contentos por el acuerdo que tomaron pero no muy se notó porque había mucho ruido. Y entonces cada dios comenzó a buscarse un silencio para encontrarse y empezaron a buscar a los lados y nada, y arriba y nada, y abajo y nada, y como ya no había por dónde buscar un silencio pues empezaron a buscarse dentro de ellos mismos y empezaron a mirarse adentro y ahí buscaron un silencio y ahí lo encontraron y ahí se encontraron y ahí encontraron otra vez su camino los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, los primeros”.
¿Hemos reflexionado de verdad sobre lo que queremos? ¿Y sobre cómo hacerlo posible? Quizá sea bueno buscar nuestro silencio, y luego plasmarlo desde abajo, desde los barrios, para generar el camino a seguir y la articulación efectiva de las demandas… Nadie dijo que cambiar el mundo fuera fácil ni inmediato…

2.- ¿CÓMO MOVERSE?.- Nos hemos endiosado. Creemos que lo que pidamos lo lograremos ya. Y todos sabemos que las cosas no avanzan así, a menos que haya una revolución. Y deberemos estar de acuerdo en que no hemos hecho una revolución, quizá unas revueltas de más o menos calado, pero lo otro es querer llegar demasiado lejos, o autoengañarnos. Hay que ir paso a paso, caminar los caminos que permiten avanzar, pero no va a ser inmediatos. Vuelvo a explicarme:
«[ante la pregunta de] ¿cómo moverse?» trajo la respuesta de «juntos pero separados de acuerdo», y esa pregunta no mucho les importó porque cuando se dieron cuenta ya estaban moviéndose y entonces se vino la otra pregunta cuando se vieron que había dos caminos: el uno estaba muy cortito y ahí nomás llegaba y claro se veía que ahí nomás cerquita se terminaba el camino ese y tanto era el gusto de caminar que tenían en sus pies que dijeron rápido que el camino que era cortito no muy lo querían caminar y sacaron acuerdo de caminarse el camino largo y ya se iban a empezar a caminarse, cuando la respuesta de escoger el camino largo les trajo otra pregunta de «¿a dónde lleva este camino?»; tardaron pensando la respuesta y los dos que eran uno de pronto llegó en su cabeza de que sólo si lo caminaban el camino largo iba a saber a dónde lleva porque así como estaban nunca iban a saber para dónde lleva el camino largo. Y entonces se dijeron el uno que dos era: «Pues vamos a caminarlo, pues» y lo empezaron a caminar, primero el uno y luego el otro. Y ahí nomás se dieron cuenta de que tomaba mucho tiempo caminar el camino largo y entonces se vino la otra pregunta de «¿cómo vamos a hacer para caminar mucho tiempo?» y quedaron pensando un buen rato y entonces el Ik’al clarito dijo que él no sabía caminar de día y el Votán dijo que él de noche miedo tenía de caminarse y quedaron llorando un buen rato y ya luego que acabó la chilladera que se tenían se pusieron de acuerdo y lo vieron que el Ik’al bien que se podía caminar de noche y que el Votán bien que se podía caminar de día y que el Ik’al lo caminara al Votán en la noche y así sacaron la respuesta para caminarse todo el tiempo. Desde entonces los dioses caminan con preguntas y no paran nunca, nunca se llegan y se van nunca. Y entonces así aprendieron los hombres y mujeres verdaderos que las preguntas sirven para caminar, no para quedarse parados así nomás. Y, desde entonces, los hombres y mujeres verdaderos para caminar preguntan, para llegar se despiden y para irse saludan. Nunca se están quietos“.

Así pues, buscar nuestro silencio y asumir que los hombres y mujeres verdaderos “nunca se están quietos” (Sol podría fácilmente suponer el inmovilismo, y agotar de antemano la inmensa posibilidad de propuestas que pueden hacerse desde el movimiento descentralizado), y que hay que hacer un camino largo que no sabemos dónde lleva, “juntos y separados”. Y eso lo tenemos en marcha, con la descentralización en comisiones y grupos de trabajo, y con las asambleas de barrio. Nunca será tarde para recordar, de cuando en vez, que estamos aquí, que no nos hemos ido, que seguiremos caminando… por ejemplo retomando esas mismas plazas, comenzando por Sol, los días 15 de cada mes, haciendo democracia y recogiendo lo aprendido en los caminos andados.

Volvamos ahora a la “realidad”. Vamos a dejar al margen todo lo ya repetido sobre lo que movimiento y acampada, con todas sus ramificaciones, han supuesto de ejercicio de democracia, de debates abiertos que van más allá del monólogo y tratan de escuchar al otro para avanzar juntos, de participación en las calles, de ilusión ciudadana… y de alegría compartida (algo no poco importante, como nos recuerda Arturo Jauretche: ”el arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza“), y vamos a centrarnos en algunos argumentos que pueden servir para apostar por el desmantelamiento. A fin de ser medianamente operativo (joder, cómo se pega el lenguaje asambleario) voy a dividir en dos subapartados, que podrían englobar algo así como “cuestiones de carácter general” y “cuestiones sistémicas”, si bien no engloban claramente nada, y además están interconectadas. Me perdonáis por la aparente infantilidad de algunos argumentos, pero son inevitables:

a) Cuestiones de carácter general:

- buena parte de los argumentos que he estado oyendo estos días vienen a resumirse en “nos quedamos ell@s“. Esto es, no es difícil proponer que se siga cuando tras la asamblea me voy a mi casa a dormir, mientras otras sufren las inclemencias y realizan el “trabajo sucio” (sin ningún tipo de matiz negativo, es por expresarlo de alguna manera). Creo que quien proponga decididamente la permanencia debe ser coherente, y estar la primera o el primero allí… Si no, estamos hablando de otra cosa
- ¿quién se mantiene con continuidad en Sol, y cuánto tiempo podrán hacerlo? Y más allá, ¿es deseable que lo hagan?
- hay mucho trabajo por hacer, y empieza a haber quejas de parte de l@s acampad@s sobre la imposibilidad de gestionar bien todo lo que supone la “mini-ciudad”. Desde “Respeto” se exponía ayer con claridad… y no abundo en ello. Eso sí, creo que todos los esfuerzos dedicados a “mantener Sol” serían mucho más importantes en relación a aportar la experiencia a las asambleas de barrio, no para imponer modelos ni nada parecido, pero sí para tratar de aportar aquéllo que puede hacer que funcionen de una manera mejor.
- está empezando a haber “espacios de degradación” en la acampada. Algo que es inevitable por definición. Nadie puede oponerse a que nadie esté… y plantear que no se pueden permitir ciertas cosas no conduce a dar una idea del movimiento que se aleje de aquéllo por lo que se combate. ¿Alguien tiene la autoridad para impedir que alguien se tome una cerveza, o cien, en el sitio que quiera? No somos autoridad pública, nadie, y supongo que llamar a la policía para que ejecute la normativa de no beber en la calle no cuadra demasiado bien con el órdago que se echó a una decisión que declaraba ilegal la permanencia en ese espacio público en determinado momento…
- vecinos, comerciantes… también tienen voz y habría que oírlos
- aun valorando positivamente las muchas actividades que se realizan, ¿de verdad la mayoría de la gente se movilizó de la forma que lo ha hecho para realizar talleres, o había cuestiones más profundas que articulaban la lucha? Insisto en que me parece positivo todo lo que se haga, siempre y cuando sea un “acompañamiento” a las demandas que inspira el movimiento, pero parecen ir convirtiéndose en un ”fin en sí mismo”
- ¿cómo seguir gestionando las infraestructuras, cada vez más complejas?
- ¿cómo evitar el riesgo de centralización?
- ¿es necesario el campamento para el movimiento? Si es así, poco sentido tiene el esfuerzo de las comisiones y grupos de trabajos. Si su trabajo, intenso, sólo es válido en caso de estar articulado por un “centro coordinador”, poca descentralización se ha logrado más allá de lo formal
- ¿para qué se pidieron las asambleas de barrio (o distrito, o pueblo, o ciudad)? Si su descentralización es meramente para crear nuevos espacios coordinados desde el núcleo, no deja de ser más que una estructuración aparente, en cuanto no se podrán articular demandas reales una vez que los canales bloqueen buena parte de las “iniciativas particulares” que pueden tener cierto sentido en unos sitios, pero no en otros, o no se puedan canalizar demandas importantes al supeditarlas a “intereses superiores”…

b) Desde el punto de vista “sistémico”:

- os recomiendo que leáis el artículo de Alberto Garzón Espinosa. Si bien creo que no es lo mejor que ha escrito, puede servir para dar algunas de las claves de reflexión (“De asambleas y acampadas. Del movimiento 15-M a la creación de base social”, en http://www.agarzon.net/?p=827)
- no deberíamos olvidar que hay fuertes presiones para actuaciones que conduzcan al desalojo, incluyendo la fuerza en el grado que haga falta. Ya sé que no es el argumento de mayor peso para justificar intelectualmente la pertinencia de una u otra cosa, pero hay que tenerlo en mente, sobre todo en cuanto genera opinión pública y ello mayor impulso a la “necesidad” de actuar
- con opinión pública no me refiero a los medios de comunicación, aunque también. Sin ellos no habría habido movimiento, al menos en los parámetros que se han alcanzado, y, aunque no debamos dejarnos llevar por lo que escriben, sí hay que tenerlos en cuenta, sobre todo si, en alguna medida, incluso llevan parte de razón en lo que aportan
- si se decide continuar… ¿no serían exactamente los mismos argumentos lo que habría que exponer cuando vuelva a plantearse este mismo tema, con lo cual la situación de permanencia llegaría “hasta el infinito”? Y si la única cuestión estriba en “los detenid@s del 15-M” ¿no sería mejor presionar de otra forma?
- claro que podríamos decir que “nos retiraremos” cuando consigamos nuestras demandas, si bien eso es ir demasiado lejos. Si tratamos de ser objetivos, deberemos reconocer que la enorme mayoría del trabajo realizado por todas va a tener muy poca repercusión real. Siendo claro: ¿importa que haya 9 demandas o 24? ¿alguien de verdad cree que vamos a meter en la agenda de alguien que pueda decidir la apuesta, por ejemplo, ”por una educación pública, gratuita, laica y de calidad, en la que los fondos públicos se destinen únicamente a la educación pública, donde toda la gestión sea pública…?” Yo estoy seguro de que no, aunque lucho por las reivindicaciones (y seguiré haciéndolo, porque…)
- …los grupos de trabajo continuarán reuniéndose en los espacios públicos (en la calle) al margen de que exista “Sol” o no. Y esa decisión está tomada. El movimiento seguirá, y ampliado a los barrios. No deberíamos confundir el movimiento con la acampada, ni creer que en Sol ya “somos mayores de ed
- ¿vamos a lograr más fuerza estando, o vamos a ir generando lo contrario? A modo de ejemplo, el portavoz de comerciantes de Sol exponía esta mañana: “al principio de la acampada, vuestras demandas legítimas estaban en un plano superior a los posibles perjuicios que a nosotros se nos pudieran provocar; a día de hoy, la balanza se ha invertido, y nuestros perjuicios superan lo que vosotr@s vais a poder obtener…”. No sé si es exagerado, pero deberíamos planteárnoslo.
- y vamos a lo puramente político: ¿cuál es el mejor camino para articular las demandas? Y antes, ¿cuál es el objetivo final? Seguramente debería ser establecer un sujeto constituyente ¿lo lograremos manteniendo la acampada?

A modo de conclusión, creo que deberíamos plantearnos claramente diferenciar acampada de movimiento, ser conscientes de que seguiremos avanzando, pero que será un proceso largo, que habrá que ir haciendo día a día, durante mucho tiempo (y Sol puede suponer un freno para ello, más que un incentivo). Es necesario encontrar nuestros silencios, reflexionar profundamente en cómo debemos avanzar, para, desde los espacios de las asambleas locales, empezar a construir desde abajo. Y, no menos importante, debemos marcar los ritmos, decidir nosotras y nosotros cuándo es el momento de dejar ese espacio. Es evidente que no será perpetuo. Y la semana que viene volveremos a votar si dejarlo o no, y tendremos que convenir en que los argumentos serán exactamente los mismos, con lo que se prolongará otra semana, para volver a reunirnos, dar los mismos argumentos… ¿no sería mejor ahora, cuando estamos en disposición de hacerlo desde una posición consolidada, e incluso con una gran fiesta de autohomenaje a tod@s? Quizá dentro de poco, otr@s marquen esos ritmos…

Pese a todo lo dicho, sigo ahí, y lucharé por lo que se decida. Si la acampada prosigue, ahí estaré. Si no, también. Hemos hecho mucho, y queda todo por hacer. Quizá sea bueno plantearnos un breve silencio, para resurgir con fuerza desde abajo. Y moviéndonos. Creo que Sol, de seguir, terminará inmovilizando al Movimiento… y bastantes contradicciones tenemos ya. 


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